jueves, 16 de noviembre de 2017

El Istmo después del terremoto

El parteaguas que se ha establecido a partir de los sismos que han afectado el Istmo de Tehuantepec se ha tornado en una realidad que lastima no sólo a las comunidades, sino a los que somos testigos del viacrucis en el que se ha tornado ser parte de las estadísticas de damnificados. Para la mayoría de la población del Istmo hay un antes y un después del siete de septiembre.

Antes, la vida transcurría dentro de la cotidianidad, la gente, a pesar de las dinámicas complejas en las que han visto envueltos sus modos de vida, se han esforzado por no dejarse avasallar por la difícil realidad que los rodea. Desde el sismo, las actividades económicas y culturales prácticamente se han detenido. A poco más de dos meses, la gente aspira a algo de tranquilidad.




Hacer un recuento significa volver los ojos hacia las acciones y omisiones que por años han alimentado dinámicas de exclusión de las comunidades originarias, pero que por la situación que permea, se han exponenciado.

En medio de todos los inconvenientes a los que se tienen que enfrentar dentro de sus espacios de sobrevivencia, ahora, las tensiones se trasladan para acceder a los recursos públicos en el afán de recuperar algo de la cotidianidad perdida. En este calvario se enfrentan cara a cara contra la indiferencia y el abuso ante escenarios y personas insensibles que representan otros intereses.

La violencia institucional ejercida sobre las comunidades afectadas inicia desde el cuestionamiento a sus modos de vida. Dentro del censo que permite acceder al folio que a la vez permite acceder al recurso destinado por el Fonden para la reconstrucción, no son consideradas las casas construidas de manera tradicional y con materiales propios de la región que reflejan en su contorno la manera como los pueblos han articulado sus formas de vida alrededor del espacio que significa la casa. En San Mateo del Mar, las casas siniestradas construidas de carrizo y palma no fueron consideradas como damnificadas a pesar de que las familias llevan más de dos meses sobreviviendo bajo lonas de plástico, que además, cabe el apunte, es un área donde el viento golpea de manera intensa durante siete meses.


Así, las mujeres y los hombres van de consternación en consternación al descubrirse ignorados por un sistema que sólo los toma en cuenta como moneda de cambio para lucrar con su desgracia. El primer censo posterior al siete de septiembre arrojó un aproximado de afectados, sin embargo, el número y la intensidad de réplicas ha provocado que las viviendas que en un primer momento no mostraron daños, ahora presentan averías estructurales que impiden que las familias puedan habitarlas. Al duelo que han vivido las familias de los pueblos del istmo por la pérdida de sus familiares, se ha sumado la imposibilidad de cumplir con sus rituales, no hay espacios para el luto si todo está reducido a escombros, si no se tiene la certeza de que ese espacio vacío volverá a albergar alegría.

Las categorías institucionales en las que se dividen los daños son tres: daño total, que presenta la totalidad de pérdida del inmueble, el daño parcial habitable, que significa que la casa presenta daños pero que puede seguirse habitando y que es susceptible de reparación, y el daño parcial inhabitable, que se traduce en que la vivienda no es pérdida total pero que por daños en su estructura, no se puede habitar por el riesgo que presenta.

La dinámica generada por el gobierno pareciera más una maniobra para enriquecer y beneficiar a las empresas, que una propuesta que garantice el artículo cuarto de la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, que dice que toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa, y que la ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo.

La ley de vivienda establece en el artículo 2 que se considera vivienda digna y decorosa la que cumpla con las disposiciones jurídicas aplicables en materia de asentamientos humanos y construcción, salubridad, cuente con espacios habitables y auxiliares, así como los servicios básicos y brinde a sus ocupantes seguridad jurídica en cuanto a su propiedad o legítima posesión, y contemple criterios para la prevención de desastres y la protección física de sus ocupantes ante los elementos naturales potencialmente agresivos.

En la observación general número cuatro del Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales, precisa el contenido de este derecho y dentro de las siete características necesarias para que una vivienda sea adecuada, menciona la adecuación cultural como la manera en la que se construye la vivienda, los materiales empleados y las políticas que la apoyan deben tomar en cuenta y respetar la identidad cultural de las personas que la habitan y los diferentes tipos de vivienda que pueden existir (La defensa de los derechos humanos frente a proyectos de despojo. Manual, p. 80-82).


No sorprende que estas dinámicas institucionales que pareciera que tienen la intención de beneficiar sólo a las empresas que no están tomando en cuanta elementos del contexto de las comunidades, como el tipo de suelo, el clima y las condiciones geográficas para plantear proyectos y modelos constructivos.

Se pretenden establecer modelos de vivienda que rompen totalmente no sólo con el paisaje, sino que imposibilita los modos de reproducción cultural de los pueblos, puesto que la unidad familiar parte de otros referentes y tiene otra lógica en los pueblos originarios.

Donde había casas amplias y frescas pretenden imponer espacios mínimos y de materiales inadecuados que además no garantizan la seguridad de las familias al no presentar medidas de seguridad en la construcción. Estos modelos seriados se vuelven jaulas que pretenden ajustar, en un solo molde, una diversidad de situaciones y expresiones culturales. Se entrega un folio por la casa, en todo caso hay que ponderar de que ciento veinte mil pesos no es suficiente para reconstruir las viviendas en sus dimensiones originales.

Desde la propuesta institucional de reconstrucción, se han generado listas de proveedores y constructoras donde sólo puede hacerse el pago con estas tarjetas. No se han considerado incluir a pequeños productores de material tradicional como el ladrillo y la teja, lo que representaría el reactivamiento de la economía de la zona, además de representar un mejor rendimiento de los recursos destinados para la reconstrucción de las viviendas, ya que la diferencia de precios es significativa con respecto a las casa de constructoras establecidas, que además de elevar precios ante la creciente demanda, han generado especulación frente al desabasto y el tiempo para disponer de los recursos en las tarjetas, diciéndole a la gente que sólo cuenta con cuatro meses para construir, cuando la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) ha declarado que el recurso estará disponible hasta por tres años a la fecha del primer depósito. El condicionamiento de la entrega de folios sólo si la vivienda ha sido demolida sin un dictamen que permita conocer porqué presentó fallos y cómo pueden prevenirse en su reconstrucción, es otra de las maneras de coartar la decisión de la gente que tiene la intención de reparar sus viviendas.


sanmateo7Dentro de lo que parece más una nueva versión de las antiguas tiendas de raya que es el programa social para apoyar a las familias damnificadas, se observan una cantidad de irregularidades que las mismas familias han empezado a denunciar. En San Dionisio del Mar, Santa María Xadani, Unión Hidalgo y San Mateo del Mar, las quejas se suman por la desinformación generada por los mismos funcionarios que entregan las tarjetas sin explicar su uso a la gente que, en muchos de los casos, no sabe leer. Las condiciones de discriminación en que ha vivido la gente de las comunidades por generaciones, ha sido el caldo de cultivo para las situaciones que se ha dado posteriores al temblor, además de evidenciar la incapacidad gubernamental para dar respuesta pronta a las necesidades que se generaron por el siniestro, también mostró la dura realidad que enfrenta las comunidades, sin propuestas institucionales que respondan a sus necesidades de salud, alimentación, educación y vivienda.

Las alianzas fortalecen, el gobierno lo sabe perfectamente, por lo que desde el inicio del planteamiento de reconstrucción en el Istmo de Tehuantepec, se ha planteado coaliciones basado en tres aspectos: se ha pactado con las constructoras para hacer un negocio redondo que va desde la demolición de las casas (sin tomar en cuenta la opinión de las personas), la compra de material sólo en lugares establecidos por el mismo gobierno y la reconstrucción de las viviendas, replicando modelos de espacios mínimos sin considerar condiciones geográficas o sociales de las comunidades.

Es prioridad escuchar la voz de la gente que ha perdido más que su casa, su modo de vida. Su idealidad se ha visto trastocada no sólo por el sismo, sino porque pareciera que es la intención del gobierno que el estado de shock en el que vive la gente se prolongue y sea el catalizador de decisiones apresuradas que lejos de beneficiarlos, los sumergen dentro de dinámicas impuestas por las constructoras. Es fundamental que fluya la información, que haya acompañamiento y que la gente tome las decisiones de acuerdo a sus necesidades, que se fortalezcan las acciones a partir del diálogo, la solidaridad y la ayuda mutua y que el proceso de reconstrucción, no sea sólo de sus espacios habitables, sino de la confianza en el porvenir.

Más acciones y más omisiones en San Mateo del Mar

Diez de noviembre de dos mil diecisiete. San Mateo del Mar se vuelca sobre la Explanada municipal que en tiempos de buenaventura ha sido escenario de fiestas y alegría. Ahora, el dolor ha dado paso a la incertidumbre que se respira en el ambiente.

sanmateo6Desde las nueve de la mañana la gente se ha convocado, alrededor de quinientas personas esperan paciente a que su nombre haga eco en la voz de un funcionario público, la voz rígida que los llama les advierte “si no se ordenan no entregamos nada”. La gente calla y asiente. Se mueve con lentitud, amilanada ante la amenaza. Apostados en el balcón del palacio municipal tres policías ministeriales apuntan con sus armas sobre la muchedumbre congregada. Funcionarios de Bansefi hacen el trámite de entrega de tarjetas, funcionarios de Sedatu reciben las inconformidades de la gente, escuchan impacientes y dan respuestas parcas a las preguntas tímidas que las müm elaboran, cabría mencionar que gran parte de los damnificados son personas mayores que no hablan español y para quienes es difícil entender las instrucciones de los funcionarios y comunicar sus dudas.


Al terminar el trámite, la indicación era ir al módulo de asistencia técnica instalado frente al Preescolar Benito Juárez (del otro lado de la explanada) para que recibieran informes de dónde podrían ir a comprar materiales.

A las once de la mañana el evento que se ha preparado a la par de la reclasificación de folios da inicio. En otro extremo el delegado de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) en Oaxaca, junto con la Conavi y la Sociedad Hipotecaria Federal presentan la propuesta de reconstrucción.

Elpidio Concha expresa la urgencia de construir las casas rápido, de poner al país de pie, que el recurso que se entrega no alcanza para volver a construir las casas grandes donde vivía la gente pero que es un apoyo para que se pueda construir, habla de “llave en mano” la propuesta de las constructoras, que consiste en cederle la responsabilidad –y el recurso asignado- de la reconstrucción a la empresa para que construya para no “estar buscando materiales y traer albañiles” para que de manera rápida se entregue la casa.

La siguiente opción es el otorgamiento de un crédito hasta por cien mil para pesos para pagar en diez años con una tasa anual del 7% el cual puede otorgarse mediante nómina, para las personas que van a trabajar a tiendas de Salina Cruz o que trabajan en la refinería y pertenecen a una nómina, también se ofrecen créditos para personas que se dedican al comercio, mediante un estudio socioeconómico. El delegado de la SEDATU hace énfasis en la sensibilidad del presidente al incluir dentro de los posibles sujetos de crédito a personas que están dentro del buró de crédito.

Después de que el funcionario expresara que el gobierno federal “no los ha abandonado” pero que ante el problema que representa que un número significativo de casas no tienen folio, ahora será el gobierno estatal el que de seguimiento a las personas que todavía no tienen una respuesta respecto a la devastación de sus viviendas.

Al finalizar el acto y contrario a las costumbres de la comunidad, que por respeto, siempre cede la palabra a la autoridad para dar la bienvenida, le dieron el micrófono al alcalde, quien pidió la participación de la comunidad dentro de los procesos de reconstrucción.

El módulo de asistencia técnica después de repartir cuadernillos ilustrados de manera cómica y un mapa mal trazado del Istmo donde destacaban las tiendas de materiales en cada región para que la gente “supiera a dónde tiene que ir a comprar con su tarjeta”, se retiró, dejando a la gente con más dudas respecto al uso de sus tarjetas.

En este evento destacan varios puntos, el medular, quizá, es la desinformación que priva en las comunidades respecto a las posibilidades de los procesos de reconstrucción. Las propuestas están basadas en modelos que rompen no sólo con las dinámicas del paisaje, sino que no han considerado cuestiones tan vitales como la mecánica de suelo del lugar. Debido al tipo de suelo de la comunidad, presentar modelos de construcción sin considerar los elementos como el viento, la salitre, e incluso los materiales de la región no sólo es una omisión grave sino hasta perversa.


Esperamos que la sensibilidad se traslade a ejes más trasversales y que esta ansia voraz capitalista por lucrar hasta con el dolor y la necesidad de la gente, de paso a propuestas que tengan como centro a las personas y no las ganancias que éstas pueden generar.

FUENTE: DESINFORMÉMONOS/CENTRO DE DERECHOS HUMANOS DEL TEPEYAC.
LINK: https://desinformemonos.org/istmo-despues-del-terremoto/