martes, 29 de agosto de 2017

Inteligencia civil mexicana, derroche y fracaso

En los últimos 10 años, el servicio de inteligencia civil del Estado mexicano ha gastado por sí solo más de 2 mil 550 millones de dólares estadunidenses (45 mil millones de pesos mexicanos). El monto acumulado entre 2006 y 2016 coincide con la llamada “guerra” contra el narcotráfico. Para este 2017, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) tiene previsto erogar otros 160 millones de dólares (2 mil 800 millones de pesos).

En el periodo, los cárteles de la droga de este país se han fortalecido y se han convertido en los más poderosos del mundo. Los asesinatos y las detenciones de capos –operativos escandalosos generalmente a cargo de las Fuerzas Armadas– en nada inciden en el negocio: las estructuras se mantienen intactas y el trasiego de drogas rumbo a Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo sigue con el mismo vigor.
Lo peor para este organismo dependiente de la Secretaría de Gobernación es que el narcotráfico no es el único problema que pone en duda la viabilidad del Estado mexicano. La Agenda Nacional de Riesgos –documento confidencial elaborado por el mismo Cisen– reconoce otros nueve temas que preocupan y ocupan a los agentes del servicio: los conflictos sociales agudos (en realidad, la inconformidad social generada por políticas públicas antipopulares y antinacionales); el anarquismo insurreccionalista; el terrorismo y el tráfico de armas no convencionales; la migración “descontrolada”; la corrupción y la impunidad; la ciberseguridad; el tráfico ilícito de mercancías; los desastres naturales y las pandemias, y los movimientos subversivos (guerrillas como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el Ejército Popular Revolucionario, el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, la Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo y otras expresiones, algunas que aún se preparan para irrumpir en el convulso escenario político-social mexicano).
Además de la sede pública, en el sur de la Ciudad de México (por el rumbo de los Dinamos), el Cisen ocupa otros 85 inmuebles a lo largo del territorio nacional: casas de seguridad y oficinas, negocios y hogares fachada para recopilar información, incluso mediante el espionaje y la infiltración. Por los rústicos inmuebles, el Cisen eroga alrededor de 2 millones de dólares anuales en renta.
Los servicios de inteligencia civil de México no se quedan al interior de las fronteras mexicanas. Mantiene bajo secreto el número de “representaciones” en el extranjero para labores de inteligencia y contrainteligencia, pero confirma que por ellas paga rentas anuales que también superan los 2 millones de dólares.
En este año los homicidios en el marco de la “guerra” contra el narcotráfico superarán los 30 mil: la mayor cifra de asesinatos desde la época de la Revolución Mexicana. Los demás indicadores señalan un país que se desmorona luego de 10 años de “guerra”: 160 mil muertos, 30 mil desaparecidos, 310 mil desplazados y 120 periodistas asesinados. La miseria sigue imbatible y el poder adquisitivo de los salarios sigue cayendo. En el último tramo del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, la oficina encabezada por Eugenio Ímaz Gispert no justifica los incrementos a su presupuesto durante los últimos años.

Fragmentos

Este lunes 28 se conmemoran 135 años del nacimiento del obrero, periodista, anarquista y revolucionario Práxedis G Guerrero. Fundador de periódicos, como o Alba Roja (1905), Revolución (1908) y Punto Rojo (1909), y colaborador de Regeneración de los Flores Magón, dejó notas y crónicas que develan a un periodista sensible, puntual y claro en la realidad que le interesó documentar. “Trabajando” es una crónica que pudo haberse escrito hoy en cualquiera de las plantaciones y galerones de Sinaloa con indígenas de la Montaña de Guerrero acasillados como “jornaleros”. Fue publicada en Regeneración el 8 de octubre de 1910, a poco más de 2 meses de que Práxedis cayera muerto durante la toma de Janos, Chihuahua. En un par de fragmentos se lee: “Sobre el barbecho que reverbera por los rayos del sol, tostado el cutis por la inclemencia de la intemperie, con los pies y las manos agrietados, el labrador trabaja; va y viene sobre el surco; el alba le halla en pie y cuando la noche llega, todavía empuña la herramienta y trabaja, trabaja. ¿Para qué trabaja? Para llenar graneros que no son suyos; para amontonar subsistencias que se pudren en espera de una carestía, mientras el labrador y su familia apenas comen; para adquirir deudas que lo atan a los pies del amo, deudas que pasarán sobre las generaciones de sus descendientes; para poder vegetar unos cuantos años y producir siervos que labren cuando él muera los campos que consumieron su vida y dar a la bestialidad de sus explotadores algunos juguetes femeninos. […] En destartalada casucha, sentada en humilde silla, una mujer cose. Ha comido mal, pero cose sin descanso, cuando otros salen de paseo ella cose; cuando otros duermen, ella cose; huye el día y a la luz de una lámpara sigue cosiendo y poco a poco su pecho se hunde y sus ojos necesitan más y más la proximidad de la pobre lámpara que le roba su brillo, y la tos viene a hacerse la compañera de sus veladas. Sedas, hermosas y finas telas pasan bajo su aguja; trabaja, trabaja. ¿Para qué trabaja? Para que ociosas mujeres, damas aristócratas, concurran al torneo de la ostentación y la envidia, para surtir lujosos guardarropas donde se picarán los trajes en tanto que ella viste de harapos su vejez prematura. […].”
FUENTE: CONTRALINEA
AUTOR: ZÓSIMO CAMACHO