jueves, 13 de abril de 2017

"No es mi tarea remover o dejar a los líderes sindicales": Navarrete

Gómez Urrutia puede volver al país cuando quiera, afirma. El funcionario federal ve fuerza en los dirigentes gremiales, incluso en aquellos con décadas en el poder. Si en México no estallan los problemas no es porque tengamos dirigentes charros, sino por las grandes fortalezas del país, como sus sistemas nacionales de salud o educativo.

El titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), Alfonso Navarrete Prida, ve fortaleza de los líderes sindicales, incluso en aquellos con lustros o décadas en el poder. Si continúan es por decisión de sus compañeros o porque las disidencias aún no han podido remontar, considera.

En cuanto a su función como responsable de la política laboral del país, afirma que cumple a cabalidad con su trabajo: dialogar con todos los sectores de la producción y no sólo con quien le pueda caer bien o mal. En este punto, dice, la dependencia a su cargo acata lo que resuelvan los trabajadores; por ejemplo, reconoce como secretario general del Sindicato Nacional Minero a Napoleón Gómez Urrutia, y asegura que puede volver a México porque no hay un proceso penal en su contra.


Señala también que la paz laboral no se debe a la supuesta posición blanda de las organizaciones gremiales o al nivel educativo de la población, sino a causas multifactoriales.

“El país es mucho más complejo. ¿Y por qué en México, teniendo tantos problemas, no ha estallado esa bomba? Porque nuestra Constitución es la única que no ha perdido su vigencia en 100 años. ¿Por qué en nuestro país, teniendo el problema de venta masiva de armas, no tenemos guerrillas urbanas o paros generales? No es porque tengamos sindicatos blandos ni líderes charros, sino porque el país tiene, en su parte positiva, grandes fortalezas, como sus sistemas nacionales de salud o educativo. Esos son grandes amortiguadores sociales”, dijo.

Los representantes de los trabajadores de las principales empresas o instituciones del país, públicas o privadas, acumulan largos periodos en las cúpulas de sus respectivas organizaciones. A los líderes eternos se les identifica como charros.

Navarrete Prida, abogado, ex procurador de Justicia del estado de México y con larga militancia priísta, comenta en entrevista aspectos de la situación laboral del país.

–¿Por qué en México no hay huelgas desde hace más de 40 meses? ¿Es porque los trabajadores no quiere perder su empleo, cuyo salario es de por sí bajo?

–Una explicación así sería simplista. Que no se dé un fenómeno estructural, que son los estallamientos del mayor derecho social más radical: la huelga, no es explicable únicamente por el miedo a perder algo. Hay más causas, y tienen que ver con la transformación de la visión sindical frente a un cambio de paradigma de los gremios.

–¿Y los otros sindicatos?

–Quisiera reconocer a esos sindicatos que tanto denostamos como poco transparentes, opacos, con liderazgos eternos o de caciques.

–Todo eso que dice de ellos, ¿es cierto o no?

–Sí, pero es parcial. La realidad es mucho más compleja que un blanco y negro; y es tan compleja como es México. De lo contrario habría problemas sindicales serios.

–¿Por qué no hay esos problemas serios?

–No es por represión; por aquí pasan diario (señala Paseo de la Reforma, donde está ubicada su oficina) a manifestarse como quieran, sino por los liderazgos intermedios y lo que está pasando en el resto del mundo –y la capacidad de información–; hay mayor capacidad de conciencia de los riesgos que corres y de que las luchas se deben transformar con inteligencia. Además, no se han cerrado los canales de diálogo.

–¿Qué opina de liderazgos específicos, como el de Víctor Flores, del sindicato ferrocarrilero?

–Él es dirigente de un sindicato cuya empresa se privatizó y ahora pertenece a Grupo México. Sigue representando a un sector de trabajadores, por lo que continúa siendo líder ahí; debe haber cosas que están ocurriendo en un sentido positivo o en otro. A lo que voy es que no todo es blanco y negro.

–¿Y qué ocurre con el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), encabezado por Carlos Romero Deschamps? Un grupo disidente en ese gremio afirma que cuenta ya con toma de nota (reconocimiento de la autoridad laboral).

–No, no la tienen. En los estatutos del sindicato petrolero hay un derecho universal firmado por México como convenio internacional, que es el 87 de la Organización Internacional del Trabajo, sobre la libertad y autonomía sindicales, el cual es tan amplio que señala que con esta modificación para obligar a los gremios a tener cierto tipo de elección estábamos en la raya de violar su autonomía. De acuerdo con la expresión de derechos plasmada en ese convenio, el sindicato petrolero tiene una forma de elección que es acorde con lo que se hizo en la reforma laboral. Y según la revisión de las secciones del STPRM, tiene la mayoría (...) Ellos (solicitantes de la toma de nota) no reunieron los requisitos.

–Es un dirigente muy criticado.

–Como secretario del Trabajo no puedo hacer y emitir ese tipo de juicios. Mal haría. Lo único que puedo revisar es que es un interlocutor válido, y con ese interlocutor me voy a sentar y lo voy a respetar y lo voy a reconocer. Vamos a revisar los problemas que tiene ese sindicato y, créame, en beneficio de Romero Deschamps diré que cuando hemos tenido discusiones empresa-sindicato, la defensa de los intereses gremiales ha sido fuerte y madura frente a las pretensiones de una empresa que busca viabilidad financiera.

–¿Y la vida interna del STPR?

–Sus formas internas tendrán que resolverse de una u otra manera, pero hay un liderazgo que existe y es real.

–Sea el grupo opositor que sea, sus gestiones no prosperan. ¿Es una disidencia mínima o el aparato sindical y de procuración de justicia lo impide?

–Vamos a poner un caso diferente: el Sindicato Mexicano de Electricistas. Ahí hay disidencia, pero el líder es Martín Esparza, por él votan. Pongo otro, de un grupo muy importante de trabajadores del país: el sindicato minero. Aquí he recibido a los disidentes y yo reconozco a su líder (Napoleón Gómez Urrutia), aunque no esté en México. Nos hemos visto fuera de México. Respeto al sindicato y analizamos sobre sus condiciones porque no me toca a mí dar una opinión (del liderazgo). En principio, por ser servidor público te callas tu opinión y te pones a trabajar (...) Por poner otro ejemplo, en Frisco ganó la organización de Gómez Urrutia porque el asunto de la democracia es de votos, y al señor lo tengo que aceptar como líder del sindicato minero porque así está reconocido jurídicamente. No se trata de mi opinión personal, sino legal, y ésa se respeta.

–Gómez Urrutia en algún momento pidió al gobierno de Peña Nieto garantías para volver a México.

–¿Hay alguna persecución penal en su contra? No. Y ese fue un ofrecimiento que le hizo el secretario del Trabajo.

–¿Entonces?

–Puede venir a México. Él ha considerado que no hay condiciones, y lo entiendo cuando ha habido un conflicto tan grande con empresas y, en ese ambiente, le ofrecimos ir distendiendo ese ambiente para que las cosas se vayan arreglando.

–Existe esa imagen de líderes charros, que ellos y sus hijos viven como millonarios –se le plantea.

–¿A quién corresponde poner orden en eso? No le puedo responder otra cosa más que es asunto de los trabajadores. ¿Dónde dice, en la ley orgánica de la administración pública o en el reglamento, que el secretario del Trabajo tendrá qué verificar a qué modo le gustan los sindicatos? ¿Dónde dice que el secretario tiene qué actuar de contentillo?, porque aquel me cae gordo.

–¿Y la imagen pública de la hija del dirigente sindical en jet privado? ¿O de los cargos heredados? ¿De la red de poder?

–No corresponde al secretario del Trabajo analizar esa red, sino a otras instancias. Yo no tengo la facultad de decirle: me puedes traer las fotos de Facebook de tu hija, para ver si eres el líder o no. No es mi papel, sino de los trabajadores, decir y denunciar.

–¿Lo que quiere decir con lo anterior es que, pese a todo, la maquinaria funciona?


–Ahí va. Es un coche con muchos problemas que no se puede detener. Es un enorme privilegio poder contribuir a que la bomba no se vuelva bomba, sino que se vuelva florero.

FUENTE: LA JORNADA.
AUTOR: FABIOLA MARTÍNEZ.
LINK: http://www.jornada.unam.mx/2017/04/12/politica/012e1pol