martes, 2 de agosto de 2016

Crímenes en la Narvarte, la mascarada de Mancera

CIUDAD DE MÉXICO: El 31 de julio de 2015 hubo un hallazgo de horror en el departamento 401 de Luz Saviñón No. 1909, en la colonia Narvarte. Se encontraron cinco cuerpos sin vida: del fotoperiodista Rubén Espinosa, de la activista Nadia Vera, de la maquillista Yesenia Quiroz, de la joven modelo Mile Virginia y de la trabajadora doméstica Alejandra Negrete Avilés. Todos tenían el tiro de gracia y huellas de tortura.

Nunca había ocurrido un multihomicidio de esas características en esa colonia de la delegación Benito Juárez. Desde el principio, el sentido común de la opinión pública orientó el móvil de esos hechos al trabajo periodístico de Rubén Espinosa, fotógrafo incómodo para el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, así como a los actos de protesta que encabezó Nadia Vera contra el mismo personaje autoritario.

Tanto Rubén como Nadia habían anunciado en redes sociales, en entrevistas con medios electrónicos y entre sus amigos que eran víctimas de la persecución del gobierno de Duarte.

Para todos era lógico que la investigación se orientara a indagar esta parte fundamental de la historia. Para muchos que conocían la historia había un claro vínculo entre las amenazas que en septiembre de 2013 recibió Rubén Espinosa por parte de agentes de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz y su asesinato en la Ciudad de México.

Era lo lógico y lo correcto, menos para una rocambolesca Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), que desde el gobierno de Miguel Ángel Mancera decidió ser cómplice de una enorme mascarada en torno a este multihomicidio.

Desde el principio minimizaron la línea de investigación que conducía a esta especie de Manga de Clavo simbólica en la que se convirtió el gobierno de Javier Duarte y sus instintos sanguinarios contra críticos, opositores y, sobre todo, periodistas.

La PGJDF decidió que el multihomicidio tenía más relación con el sexoservicio y el presunto narcomenudeo, a partir de unos videos que hasta ahora no se conocen por completo, y el origen colombiano de una de las víctimas. Aplicaron lo mismo que el candidato presidencial republicano Donald Trump hace contra los mexicanos: estigmatizar a Mile Virginia por ser colombiana.

A la usanza de los viejos tiempos, la PGJDF detuvo, torturó y aisló a tres sospechosos contra quienes no ha podido llenar los vacíos de la historia y de un mayor número de evidencias que no encajan con la mascarada. Daniel Pacheco Gutiérrez, José Abraham Torres y César Omar Martínez Zendejas son acusados de una presunta responsabilidad en la muerte de los cinco habitantes de ese departamento, no sólo de la joven colombiana Mile Virginia.

Con ayuda del porrismo periodístico de la peor calaña, las indagatorias de la PGJDF vinieron acompañadas de filtraciones, inducciones e inferencias de todo tipo que volvieron más indignante y grave el multihomicidio de la Narvarte: la criminalización de las víctimas por su nacionalidad, su condición de mujeres, su juventud y su trabajo.

A un año de estos crímenes, la PGJDF no ha podido convencer ni tampoco ha logrado cerrar múltiples cabos sueltos de su propia indagatoria. Por mencionar sólo cinco de esos cabos sueltos, enumeramos los siguientes, que fueron mencionados por Sara Pantoja en su excelente reportaje en Proceso:

1. Se desechó investigar la huella de sangre de un zapato número 26, que no pertenece a los tres detenidos. Esto significa que hubo un cuarto sujeto en el departamento de Luz Saviñón y se ignora quién fue. La huella de sangre apareció junto al cuerpo de Rubén Espinosa.

2. El trabajo de genética forense de la PGJDF desechó investigar a quién perteneció el ADN de las huellas presentes en una banda elástica para hacer ejercicio y que sirvió para torturar a una de las víctimas. Las huellas no coincidieron con ninguno de los tres detenidos.

3. La PGJDF tampoco ha dicho a quién pertenecen las 11 huellas dactilares del carro Mustang, propiedad de Mile Virginia, y que no coinciden con la de ninguno de los tres detenidos.

4. El Ministerio Público decidió que no era “idóneo ni pertinente” tomar los testimonios de los vecinos del edificio donde ocurrió el multihomicido. Para los reporteros que estuvimos en esa zona en las horas posteriores a los crímenes, las versiones de los vecinos no coinciden con el relato ministerial de los hechos.

5. Los familiares de las víctimas no han tenido acceso a los videos completos que llevaron a la detención de los tres presuntos responsables.

En otras palabras, hasta una serie policiaca de la BBC o de Netflix haría un mejor trabajo de concordancia que la PGJDF y su lamentable papel en el multihomicidio de la Narvarte.


Eso sí, le apostaron al olvido de la opinión pública y lo único que han logrado es convertirse en presuntos cómplices de los autores o del autor intelectual de estos crímenes que pretenden ser borrados a través de una historia ilógica, ofensiva y de una gran masacarada.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JENARO VILLAMIL.
LINK: http://www.proceso.com.mx/449525/crimenes-en-la-narvarte-la-mascarada-mancera