viernes, 8 de mayo de 2015

“De efectos inesperados y los mismos errores”

Es bien sabido que hay decisiones de efectos inesperados y que no toda decisión frente a un problema es una solución. Por ejemplo, la introducción del conejo europeo en Australia es el más documentado caso de un impacto catastrófico sobre un ecosistema que se originó con una decisión aparentemente racional y menor. El propietario de una granja importó 6 parejas de estos animales de Inglaterra con el propósito de disminuir la subutilización de sus terrenos y tener animales de caza en sus fincas.

El feliz importador nunca pensó que esta especie, al no ser autóctona, no poseía depredadores naturales en el territorio. Los primeros conejos llegaron a Australia en 1859, para 1950, sus descendientes estaban dejando el país sin vegetación. Actualmente, el control de los conejos en ese país lo mismo generan polémicas desde una perspectiva ética, que altos costos presupuestarios y daños indirectos en diversas industrias.

Permítame contarle de otra decisión con efectos inesperados. De una solución que no lo fue. En las pasadas elecciones, ante la debilidad de los precandidatos panistas a la jefatura de gobierno del Distrito Federal, alguien en el PAN pensó que era buena idea aprovechar el reconocimiento público de la sra. Isabel Miranda de Wallace. Entonces, improvisaron una candidata y el desastre fue escandoloso. Deje usted la derrota de lado, no era el cálculo del PAN pero Wallace logró hacer de Mancera el ganador más abrumador de la historia electoral del DF.

Los recientes hechos en Guadalajara y la ráfaga de declaraciones por parte de las autoridades que les siguieron me han hecho pensar en estos y muchos otros casos similares. No me malinterprete, por favor. De ninguna manera es mi intención sugerir que las metáforas biológicas deban ser fuente de inspiración para la solución del difícil problema de la delincuencia organizada y las economías criminales. Tampoco pretendo contribuir al solucionismo barato tan común a los tiempos de crisis. En circunstancias así, cualquiera tiene una solución experta y cada persona es tan aguda que ve lo que nadie más. La conversación se convierte en puro ruido.

Mi objetivo es mucho más sencillo y simple. Llamar la atención sobre la falta de una discusión abierta y directa sobre decisiones inadecuadas o consecuencias inesperadas. En política y asuntos públicos el error es más que una posibilidad real, es algo recurrente. Los tiempos cambian y los fenómenos se hacen más complejos, pero las pretendidas soluciones al parecer no. A propósito de las consecuencias y altos costos sociales, económicos y humanos de la delincuencia organizada, me parece que nos urge una conversación pública seria sobre lo que se ha hecho mal o lo que no ha salido como esperábamos. Las razones de porque no se da pueden ser muchas, miopía política, colusión de intereses o puro dogmatismo. Da igual. El punto es que apenas hay tibios intentos, pero eso sólo eso: tibios e intentos.

Y pienso nuevamente en lo sucedido en Guadalajara, hasta donde he leído en la prensa, los ahora famosos Cuinis y el Cártel de Jalisco Nueva Generación surgieron a raíz del descabezamiento de una banda criminal que les antecedió en el control territorial en Jalisco. Disculpando el simplismo, surgieron de la implementación de una solución: capturar a un líder criminal. Supongo que no era lo esperado, pero después crecieron y se convirtieron en una de las organizaciones criminales más peligrosas y adineradas del mundo. Ya es casi verdad de Perogrullo decir que era obvio, pues hay que afectar seriamente los intereses financieros de los grupos criminales. Y así se puede uno seguir, repitiendo lo que se dice allá afuera, porque hoy cada mexicano es director técnico de futbol y analista en delincuencia organizada.


Mientras tanto, la solución anunciada por los gobiernos federal y estatal es la determinación en la captura de los líderes de dicha banda criminal y su debilitamiento. Ante las alarmas por el desafío y ataque frontal a las autoridades, el Secretario de Gobernación dice que en territorio nacional no hay fuerza más poderosa que la del Estado. Y dadas las circunstancias y todo lo que sucede yo apenas me pregunto si además de ser el más poderoso no estaría bueno también que el Estado fuera el más efectivo, inteligente y capaz. Pero sobre todo, uno que identificara las consecuencias y efectos de sus acciones y evitara seguir cometiendo los mismos errores.

FUENTE: ARISTEGUI NOTICIAS.
AUTOR: MIGUEL PULIDO.

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