jueves, 12 de marzo de 2015

‘El sistema hegemónico volvió con el PRI’: Arturo Rodríguez

El periodista habla en entrevista sobre su libro, ‘El regreso autoritario del PRI. Inventario de una nación en crisis’.

El PRI cambió de indumentaria pero en esencia sigue siendo el mismo de siempre. Bajo este planteamiento, Arturo Rodríguez García, desarrolla una investigación donde expone los primeros años de Enrique Peña Nieto al frente de la presidencia. A través de El regreso autoritario del PRI. Inventario de una nación en crisis (Grijalbo), el reportero del semanario Proceso analiza el regreso del partido tricolor al poder.

Al margen de la investigación, su libro pareciera que se escribió con la nota diaria. 

Como periodista procuramos mantenernos actualizados. Algunos temas nos alcanzaron en el cierre, uno de ellos fue la situación en Iguala con los jóvenes de Ayotzinapa. Lo incorporamos con una visión de largo aliento porque entonces no teníamos la claridad de ahora. A final de cuentas pudimos establecer unas líneas generales que nos permiten ubicar en un contexto histórico el regreso del PRI y la reedición de una serie de mecanismos como el autoritarismo.

Durante la presentación de su libro en la FIL de Minería, declaró que no le gustaba el uso de la palabra ‘autoritarismo’ en el título. 

Cuando el editor me propuso el título, me resultaba difícil aceptarlo. Los reporteros tratamos de evitar los adjetivos sobre todo en la cabeza, pero conforme revisamos el contenido descubrí que el concepto resume la realidad del país. Las decisiones se toman en las cúpulas del poder sin pensar en el consentimiento de los ciudadanos; se ejerce el derecho a mandar mediante recursos coercitivos. El Pacto por México fue un acuerdo entre cúpulas. El Congreso se comportó como una oficialía de partes. Cuando los ciudadanos protestan contra las reformas son reprimidos con la fuerza pública. Este tipo de factores validan del uso del término ‘autoritarismo’.

Sin embargo, al principio el gobierno vendía la idea del Pacto por México y las reformas, como ejemplares negociaciones políticas. 

En el libro planteo la hipótesis de que en el pasado hablábamos de un sistema hegemónico cuando existía la simbiosis entre partido y gobierno. Hoy la hegemonía volvió con diversidad de siglas. El Pacto por México es el ejemplo más claro. La vieja nomenclatura se reagrupó en las distintas fuerzas políticas. La mayoría de los gobernadores de oposición son de extracción priísta. A final de cuentas son los mismos desperdigados en distintas fuerzas políticas.

¿Esto no es también responsabilidad de la oposición?

Lo que sucede es que no hay oposición. Forman parte de las mismas élites de poder, son redes familiares de negocios y amistad. En los velorios o bodas convergen PRI, PAN y PRD, todos son parte de la misma red.

¿Podemos hablar de una modernización del PRI, se adaptó a los tiempos?

Hay una gran capacidad de adaptación entre los priístas. En el 2000 perdieron la presidencia y para 2006, eran la tercera fuerza. Sin embargo para la elección intermedia de 2009, regresaron al primer lugar. Una explicación reposa en el hecho de que si bien perdieron poder a nivel federal, en los estados lo mantuvieron.  Su momento más crítico fue por ahí de 2004 cuando dejaron diez gubernaturas. Al tener gobiernos estatales conservaron su fortaleza presupuestal. Otra razón es la descentralización educativa porque los gobernadores controlaban la estructura magisterial. Gracias al consenso de los grupos políticos y económicos desarrollados al amparo del poder fue posible la candidatura de Enrique Peña Nieto. Esta serie de factores posibilitaron su regreso.

¿Pero qué pasó con la sociedad en este periodo?

Uno de los aspectos que logramos documentar desde hace años es que a la mayor parte de la sociedad no le interesa la política. La percibe como un ámbito lejano. En los procesos de mayor participación encontraremos que el cincuenta por ciento sale a votar, de estos habría que ver cuántos forman parte de la maquinaria clientelar. En este contexto, hablar de la sociedad es complicado porque no participa activamente. Sin duda esto facilita que las clases gobernantes mantengan la dinámica política a su antojo. Pero todavía es más responsable el sistema político porque no facilita las cosas para que la sociedad participe. Históricamente la participación ciudadana es reprimida, así lo hemos visto desde la Revolución hasta los normalistas de Ayotzinapa.

En el libro plantea la forma en que se ha endurecido de manera paulatina el gobierno de Peña Nieto. ¿La llegada de Medina Mora a la Suprema Corte es parte de esta tendencia?

El endurecimiento es muy contundente y por supuesto tenemos que incluir lo de Medina Mora. Sin embargo, es necesario ir más atrás. En la vorágine reformista nos metieron goles sin que nos diéramos cuenta. Se asumió la convicción de que los gobernadores eran desmedidos y corruptos, entonces les quitaron el sector educativo y la capacidad de decisión local sobre organismos autónomos como el electoral o el de medios de comunicación. Efectivamente se les restaron margen para ejercer el autoritarismo pero a cambio el poder se concentró una vez más en el centro del país y en la figura presidencial. Con las reformas sucedió lo mismo, la reforma de telecomunicaciones le da un poder desmedido al presidente de la república. Hoy se reedita la capacidad de poder quitar gobernadores, algo que no veíamos desde el 95 o 96.

¿Cómo llega el PRI a las elecciones intermedias de junio?


No sé, aún no tengo los elementos para hacer una prospectiva. Lo que sí veo es que ya hay carros completos para el PRI, pienso en Coahuila o Colima. Independientemente de a quién favorezca el resultado electoral, vivimos tiempos en los que participamos de una mascarada democrática. El resultado electoral no importa porque son los mismos. Nos creímos demasiado la transición democrática, pensamos que era en serio pero la realidad es que los mecanismos se perfeccionaron para darnos una idea de democracia que no corresponde con la realidad.

FUENTE: ARISTEGUI NOTICIAS.
AUTOR: REDACCIÓN.

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