miércoles, 18 de febrero de 2015

El PRD se corrompió muy rápido: Meyer; políticos “sólo quieren preservar privilegios”

Lorenzo Meyer, profesor emérito de El Colegio de México (COLMEX) y autor de Nuestra tragedia persistente. La democracia autoritaria en México (Debate, 2013), dijo que las elecciones intermedias del mandato de Enrique Peña Nieto (donde se renovará la Cámara de Diputados y 17 congresos locales, a 9 gobernadores y 903 presidentes municipales) muestran el fracaso del sistema electoral.
“El mecanismo electoral de ahora francamente mostró su fracaso. Ése es un punto a discutir: ¿valen la pena la elecciones? Son carísimas, como todos lo sabemos; se trata de uno de los procesos electorales más caros del mundo y, ¿realmente influyen en algo, o están ya bastante predeterminadas?”.
“En México –agregó–, durante muchas décadas, ya todos lo sabemos, las elecciones estaban vacías de contenido. Eran pura forma y nada más; bueno, ahora se sospecha que sirven básicamente para reafirmar a la partidocracia en sus posiciones, pero no sirven para llevar adelante un proceso efectivamente democrático, es decir, que ligue al ciudadano, a sus necesidades, a sus deseos, con la maquinaria del poder. La maquinaria del poder está actuando bastante despegada de lo que son las realidades del ciudadano y de las comunidades”.

El también ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2011 dijo que “hay diferentes ángulos en los que hay que ver la política y cómo está desembocando en lo que algunos ven, quizá yo me incluya entre ellos, como una crisis del sistema político mexicano, un sistema que se suponía que había cambiado entre 1997 y 2000 y que habíamos dejado atrás el larguísimo periodo de autoritarismo que casi abarcó todo el Siglo XX y que entrábamos a la democracia por la vía electoral, para luego ir aumentando su campo de acción en otras áreas, y ahí es donde toco lo social; y la verdad es que la estructura social de México está peor que la de antes”.


Meyer, un permanente crítico del sistema político, dijo además:
“El PRD se corrompió muy rápido; quizá porque no había fibra ideológica, sino nada más ganas de encontrar un puesto. Bueno, yo lo veo así: en el Distrito Federal, que es uno de los bastiones del PRD, y el hecho de que esté ahorita ya agonizando me parece natural. Simplemente no pudo superar la tentación del dinero y de la corrupción, y de tener puestos administrativos, de ser parte de la burocracia aquí en el Distrito Federal. Si uno ve las delegaciones, están tan corruptas como antes, entonces, el PRD no cumplió su papel…”
—¿Cómo visualiza el resto del sexenio de Enrique Peña Nieto? Le faltan tres años y ocho meses todavía…

–Pues es una tragedia. Ése es un problema que se origina entre otras cosas en el hecho de que Don Porfirio Díaz pasó de los cuatro años que veníamos teniendo en el Siglo XIX al sexenio; luego se le viene la Revolución encima y viene el cuatrienio. Pero ya Obregón decidió que para qué hacerlo cada cuatro años, si de todas maneras ya estaba todo predeterminado, pues mejor prolongarlo. El sexenio es una fórmula muy lógica para la antigua manera de hacer la política en México, pero ahora nos damos cuenta que seis años es una eternidad, sobre todo cuando se fracasa en el tercer año; la segunda mitad del sexenio va a ser un martirio para todos, para Peña, para su gobierno, para la sociedad mexicana. Un martirio en el mejor de los casos, porque en el peor de los casos esto puede llevar a una reacción autoritaria, ahorita Osorio Chong ya está diciendo ‘bueno, como ya se cerró el caso de Ayotzinapa, ahora sí, la fuerza, nada de andarse aprovechando de esa situación, de esa tragedia de Iguala, para andar protestando de manera violenta’. La economía ya se la llevó el diablo, el petróleo, que era al que le habían apostado todo, pues simplemente se hundió; realmente no tengo idea de qué les quede, o qué nos quede.

—¿Sigue vigente una de las tesis de su libro Nuestra tragedia persistente, en el sentido de que la alternancia del año 2000 no se aprovechó para desterrar el sistema político mexicano?

–Desde luego, no solo la sigo teniendo, sino que creo que ahora hay más elementos para sostenerla: es que el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) es francamente un evento muy desafortunado porque se puede uno explicar el nacimiento y naturaleza de ese sistema o de ese partido, como realmente un partido de Estado al servicio de una presidencia que parecía muy fuerte y ahogaba posibilidades democráticas. No era inevitable, pero pues casi se acercó a lo inevitable, que después de la Revolución Mexicana el poder político se concentrara de tal manera que llevara a eso, a un partido que ya no se distinguía qué era partido y qué era maquinaria del Estado, y todo al servicio de una presidencia que ahogaba a la división de poderes. Se suponía que eso había quedado atrás, pero regresó el mismo partido y sin haber cambiado gran cosa; entonces se vio de manera más clara que el cambio político, el cambio de sistema, pues fue más un proyecto que una realidad, y conforme corre el tiempo, las viejas raíces de la política mexicana vuelven a echar retoños y a salirles hojitas y ramas; en tanto que la realidad de un sistema nuevo no se ve. Creo que hoy, en el 2015, eso es más evidente que cuando escribí el libro.

—¿La clase política mexicana no es la que se merece el país?

–En términos generales, no; esa clase política encabezada por los políticos del PRI, que los otros partidos han imitado bastante bien, está dedicada básicamente a preservar sus privilegios. Nada más hay que echarle un vistazo a los sueldos, a las prestaciones de la clase política; pero eso quizá no sea lo importante, sino el tráfico de influencias que se mueve todos los días y que liga a la economía al mercado con la clase política y les da unos ingresos y una forma de vida que en algunos casos, es casi de años luz la distancia que los separa del mexicano promedio. Una comparación quizá extrema pero interesante, es ver al Presidente de Uruguay, José Mujica, y ver cómo vive en otras partes del mundo el jefe de un sistema, de un gobierno, y que no hay mucha distancia entre él y la manera como vive un uruguayo normal; pero en México hagamos ese ejercicio con el Gobernador de Baja California [Francisco Vega de Lamadrid], ya no digamos con el Presidente del país o con los secretarios de Estado, y entonces tendremos un contraste notable. Aquí, en México, sí se ve realmente que la clase política vive en otro planeta.

—En su libro Nuestra tragedia persistente advierte que “la Revolución Mexicana fue el alto precio que el país tuvo que pagar para deshacerse de una clase política que ya había perdido piso”. ¿Ya perdió el piso la clase política mexicana actual?

–Sí. Digamos que para ponerlo de una manera muy simple: entre 1910 y los 1930, se destruye a la oligarquía porfirista y se le destruye en su base más evidente, que era la gran propiedad rural; no se destruye a todos, desde luego, no es una destrucción física; en México, a diferencia de otras revoluciones, no hubo como política la eliminación física de la antigua clase gobernante; se exiliaron, se fueron o perdieron importancia y se quedaron nada más como apellidos de “abolengo”, pero ya sin poder, sin mucho dinero. Pero luego luego se fue creando otra, inmediatamente después del cardenismo. Con el alemanismo se vio que había las ansias de crear una nueva oligarquía, y hoy en México se puede ver de manera clara que existe una nueva oligarquía ya no basada en la gran propiedad rural, que ya el campo mexicano es una desgracia, sino en la concentración de riqueza en la parte más moderna de la economía, en las comunicaciones, por ejemplo.


—¿Cuál es su análisis sobre los precandidatos y candidatos populares como el futbolista Cuauhtémoc Blanco, algunos payasos como “Lagrimita” en Guadalajara y hasta boxeadores, como  en Baja California con Erick ‘El Terrible’ Morales y Jackie Nava?
–Bueno, el PRI siempre echó mano de algunos de ellos. Por ejemplo, cuando yo era joven, me acuerdo de Raúl “El Ratón” Macías tuvo su temporada como político, o un torero como Alcalde de Texcoco; no es algo nuevo, eso se ha dado como antes. Quizá ahora un poquito más evidente eso del payaso “Lagrimita”, es un pequeño salto cualitativo. Pero payasos, aunque no fueran profesionales, los ha habido siempre en el Congreso.
—Luego del Pacto por México, ¿qué papel están jugando los partidos políticos de “oposición” como contrapeso del gobierno de Enrique Peña Nieto?

–Pues un papel lamentable; es decir, la estructura de partidos es la expresión de una crisis de representatividad: no representan a nadie o, bueno, no representan a muchos. Y no lo digo yo, que puede ser simplemente una forma de expresar mi enojo, no; lo dicen las encuestas de opinión. Sistemáticamente todas las encuestas que se hacen en México, el desprecio que tiene el ciudadano por los partidos pues es evidente, están hasta abajo en la estima que el ciudadano tiene a las instituciones.

—¿Qué rol juegan los partidos estatales y los partidos pequeños?

–Debo de confesar que me he fijado poco en ellos. Probablemente es una falta, pero es que ya no tengo tiempo; el panorama principal lo captan los tres grandes partidos [PRI, PAN y PRD], los que entraron en el Pacto por México. Me parecería que en la medida en que existan en México economías distintas, peculiaridades regionales, subculturas políticas, podría haber ahí unos partidos que se nutrieran de esas peculiaridades y las pudieran expresar, pero el sistema está hecho para que no tengan relevancia. Es más, el sistema está hecho para que no existan. Y si existen, bueno, es un poco a contrapelo, es como las candidaturas ciudadanas, sí, formalmente existen en México, pero todo el aparato está diseñado para que no sirvan, para que se pueda decir ante el mundo externo: “Bueno, México no solo tiene un sistema de partidos, sino, incluso, puede haber candidatos ciudadanos”; pero en realidad eso es casi imposible.

—¿Qué reflexión tiene usted de los partidos de izquierda en México?

–La coyuntura es de la destrucción de un partido de izquierda, la destrucción del PRD. Ésa es la característica desde esa óptica de los partidos de izquierda; y el intento de surgir en el vacío que deja el PRD, un nuevo partido que sería MORENA [Movimiento Regeneración Nacional, de Andrés Manuel López Obrador]. Ése es el momento de la coyuntura. No sabemos si va a tener éxito en sustituir uno por el otro, pero el partido que está muriendo, bueno, pudiera no morir formalmente. A lo mejor sigue el cascarón durante años en la medida en que quienes sí tienen el poder les interesan los cascarones para que den la impresión de instituciones sanas y de pluralidad, sabiendo que ya no hay nada adentro del cascarón, pero pues ya no tienen sentido. El PRD se corrompió muy rápido; quizá porque no había fibra ideológica, sino nada más ganas de encontrar un puesto. Bueno, yo lo veo así: en el Distrito Federal, que es uno de los bastiones del PRD, y el hecho de que esté ahorita ya agonizando me parece natural. Simplemente no pudo superar la tentación del dinero y de la corrupción, y de tener puestos administrativos, de ser parte de la burocracia aquí en el Distrito Federal. Si uno ve las delegaciones, están tan corruptas como antes, entonces, el PRD no cumplió su papel; MORENA dice que ellos sí lo piensan desempeñar, bueno, pues vamos a verlo, es todavía una interrogación.

— ¿Qué futuro le ve a la izquierda en México?

–Objetivamente, pues enorme, porque es un país con unas injusticias sociales formidables, ahí está su campo de acción, otra vez en teoría; en la práctica ya depende de MORENA.

—¿Cuál es su análisis del gobierno de Enrique Peña Nieto luego de dos años? Vemos que continúan los miles de desaparecidos, secuestros, ejecuciones, mientras que la autoridad reparte 10 millones de televisores justo en este año electoral…

–En primer lugar, que no tienen vergüenza. En segundo lugar, que se desgastó más rápido de lo que yo hubiera supuesto, y se desgastó más rápido de lo que supusieron muchos observadores externos, porque la crítica que le hace ahora el mundo externo como la de The Economist o The Guardian en Inglaterra, es una crítica demoledora, se nota la desilusión de medios extranjeros que confiaron que, bueno, ahora sí ya estaban las reformas, ya era esto el campo ideal para el neoliberalismo, ya el petróleo se ha puesto otra vez en el mercado y ellos están listos ahí para entrarle; pero es un gobierno que no controla, es un gobierno que no parece tener más proyecto que el de sobrevivir como clase política, como una especie de vampiro que está chupándole la sangre al cuerpo colectivo de México, pero no lleva a ningún lado. Entonces, se desgastó más rápido de lo que se suponía.

—No podemos dejar de solicitarle su reflexión sobre los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, sobre todo luego de la lamentable conferencia del procurador Jesús Murillo Karam vendiendo su “verdad histórica” y dando carpetazo al caso…


–Bueno, es muy lógico que quieran dar el carpetazo, están desesperados, ya quieren que eso desaparezca; y en eso van a tener el apoyo de Televisa, TV Azteca, y de una parte de los medios y desde luego, de los poderes fácticos; ya vimos al señor de Bimbo (Lorenzo Servitje) pidiendo que todos apoyemos a Peña Nieto porque el pobre ya no puede con el cargo, entonces va a haber un gran empuje por cerrar ese capítulo; pero hay una parte de la sociedad mexicana que no lo cierra. Murillo Karam dice que ésa es la “verdad histórica”; bueno, pues cualquiera que se meta o que practique la Historia, yo me considero parte de ese gremio, ¡es de risa! No existe la verdad histórica; la Historia es un relato que se va formulando de manera más o menos seria y profesional en algunos casos y que va cambiando; nadie podrá nunca, jamás, decir ‘esto es exactamente lo que ocurrió’, la Historia no se puede volver a recrear; entonces, son aproximaciones a la verdad. Ahora, la PGR tiene desafortunadamente para ella una historia, y su historia es de verdades a medias o de mentiras completas; y entonces la credibilidad es algo que no tiene, hace mucho que la perdieron. No sé si alguna vez alguna Procuraduría tuvo credibilidad, pero que yo tenga memoria, nunca.

FUENTE: SIN EMBARGO/ SEMANARIO ZETA.
AUTOR: Enrique Mendoza Hernández.
LINK: http://www.sinembargo.mx/17-02-2015/1253799.

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