viernes, 19 de diciembre de 2014

El Cártel de Sinaloa hace negocios con el extremismo islamista

Un informe reciente de la DEA ubica al Cártel de Sinaloa –asociado con narcotraficantes colombianos– como una de las organizaciones criminales que surten de droga a grupos islamistas del occidente africano, quienes al revenderla obtienen ganancias que ponen al servicio de sus causas. En sentido contrario, y mediante complicadas triangulaciones, traficantes de armas ayudan a los latinoamericanos con el lavado de dinero. Así, la agencia antidrogas estadunidense, aunque no lo hace explícitamente, coloca a la organización encabezada por El Mayo Zambada como uno de los “patrocinadores”, entre otros, de Hezbolá y Al-Qaeda.

WASHINGTON (Proceso).- El Cártel de Sinaloa –asociado con narcotraficantes y grupos paramilitares de Colombia– es uno de los principales proveedores de cocaína y otras drogas para los mercados del oeste de África y de Europa, revela un reporte especial de la DEA.

El informe de 77 páginas –copia del cual consultó Proceso– señala indirectamente al Cártel de Sinaloa como uno de los grupos que financian a los terroristas que operan en el oeste africano.

“Los nexos entre el tráfico de drogas y el terrorismo (narcoterrorismo) siguen creciendo y no es una tendencia nueva. El narcoterrorismo puede ser ampliamente definido como el solapamiento de las actividades del tráfico de drogas y el terrorismo”, sostiene el reporte de la DEA Combatiendo al crimen organizado trasnacional.

Elaborado por el Centro de Operaciones contra el Narcoterrorismo (CNOC) de la División de Operaciones Especiales de la DEA (entidad creada después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001), el reporte afirma que grupos terroristas del oeste africano utilizan las ganancias de la venta de drogas que adquieren de colombianos y mexicanos para financiar sus “proyectos de terror”.

El CNOC indica que en el oeste de África y gracias al incremento en la venta de cocaína que les hacen llegar el Cártel de Sinaloa y sus socios colombianos, los grupos terroristas han diversificado sus actividades criminales para obtener más ganancias.

“Las franquicias del terrorismo dedicas al narcotráfico llevan a cabo actividades criminales alternativas para obtener más recursos: lavan dinero, secuestran, extorsionan y contrabandean”, puntualiza el reporte de la DEA entregado hace unos meses al Departamento de Justicia en Washington.

Aunque el gobierno de Estados Unidos no tiene catalogado al Cártel de Sinaloa como una agrupación narcoterrorista, en el informe del CNOC se resalta el hecho de que de los 51 grupos terroristas identificados en el mundo por el Departamento de Estado, la DEA ubica a 20 como organizaciones asociadas con el narcotráfico colombiano y con el mexicano.

De entre esos 20 grupos la DEA destaca a dos: Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQIM) y a Hezbolá en Líbano.

“Controla la región del Sahel en el oeste de África, incluidas las rutas del trasiego de drogas que cruzan a todos los países de esta área”, matiza el reporte en el caso de AQIM.

Respecto a Hezbolá, apunta: “Está involucrado de manera significativa en el tráfico de cocaína y el lavado de dinero entre Sudamérica, el oeste de África, Europa y el Medio Oriente”.

El fenómeno de la participación del Cártel de Sinaloa en el mercado de las drogas del oeste africano, según la DEA, se debe al declive del consumo de cocaína en Estados Unidos y a la caída del precio de esta droga en ese mercado, “mientras en Europa, Medio Oriente y África la cocaína sigue subiendo de precio y cada vez se hace más popular entre la población de esta región del mundo”.

Facilitadores sombra

La investigación de la DEA en torno al involucramiento del Cártel de Sinaloa en el trasiego de drogas al oeste de África explica que la organización criminal ahora dirigida por Ismael El Mayo Zambada no envía a su gente a esa región del mundo a negociar de manera directa, sino que lo hace mediante socios colombianos, en primera instancia con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), calificadas por Washington como “agrupación narcoterrorista”.

Una vez iniciada la relación con los clientes de África, el Cártel de Sinaloa comenzó a ampliar independientemente sus relaciones con los cabecillas del crimen organizado del continente, entre los cuales se identifica a traficantes internacionales de armas a quienes el CNOC llama “facilitadores sombra”.

La DEA enfatiza que estos criminales son quienes “saben cómo explotar y resquebrajar los sistemas judiciales y económicos de la comunidad internacional para sacar ventaja y ganancia del nexo entre el crimen y el terrorismo”.

Según cálculos de la ONU, el tráfico de drogas genera ganancias anuales por alrededor de 320 mil millones de dólares. El CNOC considera que ante la expansión del narcotráfico, era lógico que los facilitadores sombra se pusieran en contacto y se asociaran con narcotraficantes de Colombia y México.

Los facilitadores sombra, dice el documento, proveen a los narcotraficantes y a los terroristas servicios de lavado de dinero, contrabando, falsificación, explotación y control de rutas para el trasiego de los narcóticos y de armas.

Muchas organizaciones del tráfico de drogas y del terrorismo internacional “comparten los servicios de un mismo facilitador sombra, por lo cual la captura de alguno de éstos representa un fuerte golpe a la criminalidad trasnacional”, afirma el CNOC, que ubica entre ellos a los sirios Monzer Mohammad al-Kasar y Richard Chichakli, el ruso Víktor Anatolyevich Bout, el sueco Paul Mardirossian, el griego Joannis Viglakis, el exmilitar estadunidense Joseph Hunter y el afgano Taza Gul Alizai, algunos de los cuales ya fueron detenidos.

El reporte del CNOC indica que el Cártel de Sinaloa inició sus operaciones en el oeste de África hace apenas 10 años. La DEA refiere que los primeros facilitadores sombra que enlistó ese grupo de la mafia mexicana fueron varios líderes de la FARC y exintegrantes del Cártel de Medellín.

“Aprovecharon la relación que tenían narcotraficantes colombianos desde la década de los ochenta con gente del narcotráfico mexicano, como Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, uno de los principales enlaces de los colombianos para el trasiego de cocaína hacia Estados Unidos, para fortalecer el tráfico de drogas a Europa y el oeste de África”, comenta a Proceso un agente especial de la DEA que estuvo al tanto del reporte de la CNOC y quien aceptó hablar a condición de conservar su anonimato.

“El posicionamiento que tiene el Cártel de Sinaloa a escala mundial en el tráfico de drogas lo convirtió en el socio ideal del terrorismo en el oeste de África y eso lo aprovecharon los facilitadores sombra y los propios líderes de la organización criminal mexicana, como El Azul, El Chapo (Joaquín Guzmán Loera) El Mayo Zambada y otros más”, agrega el agente de la DEA.

Contacto venezolano

El libanés Yehya Ali Daoud Zeiter, detenido el 14 de abril de 2008 en Rumania, es uno de los facilitadores sombra a quienes el CNOC asocia con el Cártel de Sinaloa, las FARC y otros narcotraficantes colombianos.

A este libanés, a quien el gobierno de Estados Unidos acusa de financiar las operaciones terroristas de Hezbolá, la DEA le achaca la operación de las rutas para el tráfico de cocaína y heroína en Argentina, Brasil y Paraguay, puntos de partida que “utilizaba para la exportación de estas drogas con destino a los mercados de Europa y Medio Oriente”.

Francisco Antonio Flórez Upegui, Don Pancho, y sus socios –el libanés Chekri Harb y el guatemalteco Juan Fernando Sandoval Wyss– son otros personajes ligados por la DEA a las operaciones que realiza el Cártel de Sinaloa en el oeste africano, Medio Oriente y Europa en su relación indirecta con grupos terroristas.

“Don Pancho, uno de los líderes de más alto rango de La Oficina de Envigado, se inició desde hace 30 años en el tráfico de drogas como integrante del Cártel de Medellín”, se lee en el reporte, que luego matiza: “Flórez Upegui coordinaba el transporte de cargamentos de múltiples toneladas de cocaína destinadas a Europa, Medio Oriente y África, así como cantidades no determinadas de heroína que salían desde Colombia, Centroamérica y México para Estados Unidos y otros continentes”.

Al guatemalteco Sandoval Wyss, detenido por la DEA en abril de 2008 en Florida, y a su socio Jorge Mario Paredes Córdova, el informe del CNOC los llama “cabecillas de una organización del tráfico de cocaína que opera con narcotraficantes mexicanos (Cártel de Sinaloa) y guatemaltecos”.

De acuerdo con la información recopilada en el expediente especial sobre el narcoterrorismo en el oeste de África, el libanés Chekri Harb, simpatizante de Hezbolá, “coordinaba las operaciones de lavado de dinero y transporte de cocaína y otras drogas de los proveedores de Colombia y México, en Damasco y El Cairo”.

El venezolano de origen sirio Walid Makled García, líder de la organización criminal Los Turkos, está catalogado por el gobierno de Estados Unidos como otro de los facilitadores sombra del Cártel de Sinaloa.

El informe de la División de Operaciones Especiales de la DEA explica que Los Turkos –cuya base se ubica en el estado de Carabobo– se encargan de sacar cocaína colombiana y la perteneciente al Cártel de Sinaloa desde esta región venezolana para destinarla a los mercados de Europa, Medio Oriente y el oeste de África.

La DEA sostiene que en sus investigaciones contra grupos narcoterroristas descubrió que Los Turkos tienen muy buena relación con Hezbolá, agrupación para la cual lavan dinero procedente de la venta de armas.


“Makled García ha sido ligado con los dirigentes de más alto rango de las organizaciones del tráfico de drogas tanto de Colombia como de México. Él y sus asociados emplean una red de funcionarios, militares y policías corruptos de Venezuela para salvaguardar las operaciones de su organización y garantizar la efectividad de sus actividades de tráfico de drogas. Además es dueño de múltiples propiedades y entidades financieras a las que utiliza para lavar el dinero procedente de la venta de cocaína que distribuye para los narcotraficantes colombianos y mexicanos”, concluye el informe del CNOC.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: J. JESÚS ESQUIVEL (REPORTAJE ESPECIAL)

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