lunes, 6 de octubre de 2014

Los Beltrán Leyva: un clan en vías de extinción

No obstante que el Cártel de los Beltrán Leyva parece ahora haber quedado en manos de El Chapo Isidro, un capo sin esos apellidos, Héctor –recientemente capturado– tiene aún más hermanos… y la tradición dicta que el negocio pasa de uno de ellos al otro. Quienes aún están libres, Amberto, Mario Alberto y Gloria, aparentemente han permanecido ajenos a los negocios ilícitos de esa familia cuya saga empezó hace muchos años y ha transitado diversas etapas.

MÉXICO, D.F: Durante los últimos 21 años el clan de los Beltrán Leyva ha tenido presencia en Querétaro, donde ha comprado propiedades y empresas. Incluso Gloria Beltrán Leyva contrajo nupcias en esa ciudad en 1995 con Juan José Esparragoza Monzón, hijo de Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, entonces socio y amigo de la familia.

Para muchos podría ser una sorpresa que Héctor Beltrán Leyva, El H, detenido el miércoles 1 por el Ejército, viviera en Querétaro y se hiciera pasar por empresario, pero no para la Procuraduría General de la República (PGR).

Averiguaciones previas de esa dependencia y declaraciones de testigos que obran en expedientes a los cuales tuvo acceso este semanario, indican que por lo menos desde el año 2000 la PGR sabía de la presencia e intereses de ese clan delictivo en el estado. Así consta en la causa penal 16/2001-III y en la averiguación previa 15/2008, donde están vertidas decenas de declaraciones ministeriales de testigos protegidos, exsocios de los Beltrán Leyva o del Cártel de Sinaloa, y coacusados.

En su testimonio rendido ante la PGR en 2000 el empresario Bargueño Urías, cómplice de Arturo Beltrán Leyva, reveló que éste tenía propiedades y empresas en Querétaro desde los noventa, entre ellas una casa en la colonia Cimatario, una residencia en el exclusivo fraccionamiento de Juriquilla, y una empresa llamada Automotriz de Querétaro.

Gracias a esas declaraciones la PGR también sabía desde hace más de una década que El H se hacía pasar por empresario a fin de cumplir los fines encomendados por la organización criminal: Lavar dinero a través de empresas legales, contactar a funcionarios públicos para sobornarlos y estar atento de las campañas políticas para dar financiamiento en tiempos electorales y después cobrar favores.


(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 1979, ya en circulación)

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ANABEL HEERNÁNDEZ.

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