lunes, 6 de octubre de 2014

El plan (macabro) de Iguala

Un video, dos testimonios y un interrogatorio. Material en poder de Reporte Indigo refuerza la teoría que afirma que los normalistas fueron asesinados por policías municipales, y podrían estar en las fosas encontradas.


La noche del viernes 26 de septiembre la Policía Municipal trasladó  a los jóvenes normalistas de Ayotzinapa hasta la zona de Pueblo Viejo, Iguala. Ahí les dieron un balazo, los quemaron y los enterraron.

Esto lo informó a las autoridades de Guerrero uno de los sicarios que participó en la matanza, quien forma parte del grupo criminal Guerreros Unidos.

El informante relató que, junto con algunos policías municipales de Iguala que trabajan bajo las órdenes de ese grupo criminal, se desplazaron hasta la zona montañosa. 

Ahí excavaron fosas para enterrar a los estudiantes causantes de los disturbios del 26 de septiembre, el día en que María de los Ángeles Pineda, esposa del presidente municipal José Luis Abarca, rendía su segundo informe de actividades en el DIF y destapaba sus aspiraciones políticas para la alcaldía en 2015.

Después de la búsqueda, la noche del sábado 4 de octubre se hizo oficial del hallazgo de las fosas clandestinas. 

El mismo día el sicario y otros tres halcones de Guerreros Unidos fueron trasladados en un avión de la Procuraduría General de la República (PGR)  a la Ciudad de México. Sus nombres son: Martín Alejandro Macedonia Barrera, Honorio Antúnez Osorio, Marco Antonio Ríos Berber y Luis Alberto Gasoar.

La información del presunto criminal se confirmó con el macabro hallazgo; de las seis fosas clandestinas localizadas por la Policía Ministerial, tres eran de reciente excavación y en ellas se encontraron evidencias de que ahí se efectuó una cremación. 

Después del hallazgo la Agencia de Investigación Criminal de la PGR atrajo el caso de la masacre para ayudar a su homóloga estatal en las tareas de identificación de los cuerpos encontrados y también en la investigación que permita esclarecer quiénes fueron los culpables.

En espera de resultados 

Pese a las evidencias de que al menos tres de las seis fosas podrían contener los restos de los estudiantes de la Normal rural de Ayotzinapa, el procurador del Estado, Iñaky Blanco, fue prudente al pedir a familiares y sociedad que esperen los resultados periciales que confirmen la identidad de los cadáveres.

Muy tarde, el gobernador perredista del estado de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, se atrevió a declarar algo que se había evidenciado  desde un principio: los autores de la desaparición y matanza de los normalistas fueron los policías municipales de Iguala, con la ayuda de sicarios de Guerreros Unidos.

Así lo demuestra el video y declaraciones vertidas en la causa penal 172/2014 del Juzgado Primero Penal en el Distrito Judicial de Tabares, Acapulco, en poder de Reporte Indigo.

El video y las declaraciones, ratificadas en el juzgado por sobrevivientes y policías, también en poder de Reporte Indigo, serían evidencia de que los policías municipales de Iguala detuvieron a los estudiantes, los vejaron y los rafaguearon. 

Porque allá, en el Guerrero negro que gobierna Ángel Aguirre, existen acusaciones que vinculan al presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, como uno de los jefes de los Guerreros Unidos, el grupo que ha sembrado terror, desolación y muerte en la región.

Patrullas llevan detenidos

El reloj marca las 23:19 horas del 26 de septiembre. Tres unidades de la Policía Municipal de Iguala circulan a toda velocidad por el puente del Periférico.

Es casi la media noche y la vía luce sola. En medio de la luz amarillenta captada por las cámaras de la ciudad de Iguala, irrumpen las patrullas. En la primera se observa que solo van elementos policíacos. La segunda lleva a algunos jóvenes detenidos.

Todo indica que serían los normalistas que están desaparecidos.

Al detectar el fugaz movimiento, la cámara gira para seguir grabando a las unidades policiacas que se pierden a la distancia del Periférico y luego, toda la imagen obscurece intempestivamente.

El video es una de las pruebas fundamentales para demostrar que los policías municipales detuvieron a los estudiantes, se los llevaron y después tal vez los asesinaron 

Pero no solo es eso.

También está la declaración del ministerial, Hugo Hernández Arias, policía tercero de Iguala, quien ratificó en la causa penal 172/2014 del juzgado Primero Penal en el Distrito Judicial de Tabares, Acapulco, que cuando llegó a sus labores al área de Seguridad Pública se percató que tenían a un grupo de muchachos en el patio de la Policía Preventiva Municipal.

Los detenidos estaban hincados y los interrogaba el juez de barandilla de ese turno, a quien solo reconoce como “el licenciado Ulises”.

“Hay tres celdas, una para delitos varios, otra para faltas administrativas y otra celda para mujeres. Cuando llegué a mis labores, eran las once de la noche, y me percaté que había como diez muchachos detenidos en el patio de la Policía Preventiva Municipal de Iguala y que el licenciado Ulises -sin saber sus apellidos- dialogaba con ellos, que los vi de reojo y se encontraban a una distancia de diez a quince metros aproximadamente.

“Las celdas están al fondo, pero ellos no estaban en las celdas, estaban en el patio, existe una lámpara encendida e ilumina perfectamente toda el área”, relató Hernández Arias.

El policía aseguró que, apenas llegó al lugar y recibió una orden:

“Que me hiciera cargo de resguardar la seguridad de las instalaciones, armamento y personal para repeler una eventual o posible ataque de individuos que quisieran atacar primeramente las instalaciones con el fin de llevarse armamento”.


Luego, un grupo de ministeriales llegó a las instalaciones y se llevó a los normalistas que tenían hincados en el patio.

“Vi que llegaron elementos de la Policía Preventiva a bordo de dos patrullas y subieron a ella a los muchachos que había visto que estaban hincado cuando platicaban con el licenciado Ulises ‘N’, Juez de Barandilla, que ignoro hacia dónde se los hayan llevado, todo esto lo vi de reojo. De ahí ya no me consta nada”, detalló el uniformado.

¿Quién dio la orden?

A partir de estos materiales se puede determinar que los estudiantes de la normal de Ayotzinapa habrían sido perseguidos, baleados y, algunos, asesinados por la Policía Ministerial de Iguala al mando del director de Seguridad Pública Municipal, Felipe Flores Velázquez y del presidente municipal, José Luis Abarca Velázquez, quien hasta el momento se encuentra prófugo.

¿Quién dio la orden?, se les interrogó uno por uno a los 22 elementos consignados por los hechos.

Todos responden que por radio se les pidió apoyo a los elementos para controlar a unas “personas agresivas a bordo de un autobús”.

Los policías ministeriales refieren que esa tarde algunos estaban comisionados para garantizar la seguridad en la explanada del Zócalo, durante el informe de labores de la presidenta del DIF Municipal, María de los Ángeles Pineda de Abarca, esposa de Abarca Velázquez.

En el evento, la primera dama destapó sus intenciones para suceder en el cargo a su esposo, quien después del incidente pidió licencia.

En ese mismo momento,  los estudiantes de la Normal estaban llegando a Iguala a bordo de camiones de Costa Line.

El viernes, la Procuraduría informó que buscará promover ante el Congreso del Estado un juicio de procedencia a fin de que el alcalde pierda el fuero constitucional que al momento le protege para poder proceder penalmente en su contra.

'Salimos con las manos atadas'

Uno de los estudiantes relató cómo los policías municipales de  Iguala dispararon en contra de los autobuses en los que viajaban 

Yonifer es el nombre de un estudiante de primer grado de la Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa.

El joven estudiante, quien participó en el evento del viernes 26 de septiembre, ratificó sus declaraciones ante el juzgado. En ellas, relató el horror que vivieron, en manos de los municipales de Iguala, él y cerca de sesenta compañeros normalistas.

Dijo que salieron cerca de las seis de la tarde de Tixtla a bordo de dos autobuses de la Línea Estrella de Oro con dirección a la ciudad de Iguala.

“Viajábamos sesenta compañeros, todos compañeros estudiantes de la escuela Normal Isidro Burgos, de los grados primero, segundo, tercero y cuarto; conduciendo dichos autobuses los propios conductores de Estrella de Oro, sin tener ningún incidente”, contó.

A las nueve de la noche llegaron a la terminal de autobuses de Costa Line, donde les pidieron a los conductores que los apoyaran para llevarse sus unidades hacia la Costa Chica. Al final de un estire y afloje, dijo, los estudiantes lograron llevarse los camiones.

Cuando el grupo de normalistas tomó el camino hacia la carretera federal que lleva a Chilpancingo, los alcanzaron y comenzaron a rodear camionetas patrulla de la Policía Municipal de Iguala, de las cuales, Yonifer identificó cuatro con los números económicos 17, 18, 20 y 27 con aproximadamente treinta policías a bordo, todos con armas de fuego.

El estudiante observó todo por la ventanilla. Los municipales obligaron al chofer a detener la marcha del camión en el que viajaban al menos 25 normalistas. Los rafaguearon.

“En ese momento fue que los policías municipales nos empezaron a disparar con las armas de fuego que portaban y en ese momento, al sentir que nos agredían a balazos, le gritamos al chofer que se arrancara y continuara la marcha, pero ya algunos compañeros habían bajado y empezaron a correr junto al autobús con la finalidad de subirse pero no lo lograron”, recordó.

El camión logró avanzar por lapso de cinco minutos hasta que una nueva patrulla de la Policía Ministerial le tapó el paso al autobús para evitar que siguiera su marcha.

“Nos bajamos del autobús y como en el lugar donde bajamos había piedras las tomamos entre las manos y se las aventamos a los elementos de la Policía Municipal que nos cerraron el paso, porque eran pocos y nosotros tratamos de mover la patrulla que nos estorbaba, en ese momento que lo hacíamos llegaron cinco o seis patrullas de la Policía Municipal y los elementos a bordo nos empezaron a disparar”, contó el normalista.

Ahí comenzó la cacería.

De nada sirvieron los gritos de auxilio para los heridos. De nada tampoco, que los estudiantes salieran de su escudo, como utilizaron el autobús, con las manos vacías y elevadas.

“Salimos con las manos alzadas para que vieran que no teníamos nada, pero los policías siguieron disparando y vi que uno de mis compañeros estaba tirado adelante del autobús, ya herido por los disparos”.

Lo normalistas ubicaron al compañero caído como “El Güero” y al cabo de unos segundos observaron que aún se movía por lo que gritaron a los policías que llamaran a una ambulancia para que lo ayudara. Los uniformados seguían apuntando. Nunca bajaron las armas.

“Cuatro compañeros decidieron salir de atrás del autobús, con las manos en alto, en señal de que no llevaban armas, para acercarse a dónde estaba tirado el compañero que le apodan ‘El Güero’, lo rodearon para cubrirlo, pero los policías les gritaron que se tiraran al suelo, por lo que vi que se tiraron al suelo y de ahí los policías empezaron a disparar otra vez”.

En medio del encontronazo un normalista comenzó a gritar que se sentía mal, que le faltaba el aire y que se le dificultaba respirar. Pedía ayuda a sus compañeros y estos a los policías, quienes se empezaron a burlar sin hacer caso.


Más de media hora estuvieron agazapados sin atreverse a salir de nuevo.

Poco a poco las patrullas comenzaron a retirarse hasta que los normalistas gritaron que ya se había ido.

'Todos corrieron sin rumbo'

En el lugar, algunos grabaron con sus celulares la sangre que quedó regada y los casquillos tirados. Junto a estos, los estudiantes colocaron piedras para cuando las autoridades del estado o federales acudieran al lugar pudieran encontrar las pruebas de que quienes dispararon fueron policías.

Luego revisaron también los autobuses que presentaban impactos de balas y en el tercer autobús, que estaba hasta atrás, encontraron restos de sangre a la altura de la palanca de velocidades.

Ahí se quedaron algunos esperando que otros compañeros de la Normal llegaran con refuerzos y personal de la Procuraduría General de Justicia del Estado, peritos, investigadores.

De pronto, alrededor de las once o doce, se escucharon nuevas ráfagas de arma de fuego.

Todos corrieron con sin rumbo. Un normalista resultó herido de balazo en la boca y tres más terminaron muertos.

Yonifer y algunos de sus compañeros corrieron en busca de ayuda hasta llegar a un clínica particular, donde pidieron a los encargados ayudaran al que iba herido de la boca y se desangraba.

En respuesta, el personal de la clínica argumentó no contar con los servicios requeridos, pues el herido necesitaba urgentemente la intervención de un cirujano y no tenían ninguno ahí.

Pidieron que lo atendieran para que no se siguiera desangrando.

“Que nos resguardaran en ese lugar, porque temíamos por nuestra integridad física, pero otra vez nos dijeron que no podían”.

Desesperados salieron a la calle en busca de un taxi. Ninguno se detuvo.

Hasta la clínica llegaron elementos del Ejército Mexicano, quienes revisaron que no portaran armas mientras pedían una ambulancia para el herido.

Los demás normalistas se dispersaron por las calles de Iguala. Muchos pedían asilo a los lugareños para que les permitieran esconderse. 

Así se hizo de madrugada.

Elementos de la Policía Ministerial de la Procuraduría General de Justicia del Estado habían llegado a Iguala para tomar el control. Para ese momento, el personal de la PGJE desarmó a los municipales para determinar quiénes habían disparado su arma durante la noche y madrugada.

“Fueron a traernos los elementos ministeriales y pasamos por donde se encontraban tres compañeros muertos en el lugar donde nos rafaguearon”.

En la noche de la persecución, los ministeriales también le dispararon a un auto en el que viajaban integrantes del equipo de futbol “Los Avispones”.

Al parecer, se equivocaron. Ahí, hubo dos muertos.

Ligados a Guerreros Unidos

El juez de barandilla que tenía hincados a algunos de los normalistas detenidos, conocido como “el licenciado Ulises”, no aparece.

Tampoco da la cara el presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, quien se encuentra prófugo junto con su mano derecha, el director de Seguridad Pública, Felipe Flores.

Información extraoficial sugiere que Abarca Velázquez ordenó a Flores perseguir y dar un “escarmiento” a los normalistas, porque pensó iban a sabotear el evento de su esposa, la presidenta del DIF.


La Procuraduría General de la República (PGR) tiene en su poder una investigación que liga al presidente de Iguala y a su mano derecha con el grupo del crimen organizado Guerreros Unidos.

FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: ICELA LAGUNAS.

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