jueves, 13 de marzo de 2014

¿Repiten las autodefensas de México los errores de las colombianas?

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.

A un año desde su creación, las autodefensas ocuparon al menos 11 municipios y decenas de pequeñas poblaciones, en una maniobra envolvente sobre Apatzingán. Luego fueron "legalizadas" por el gobierno y así ingresaron a la ciudad.

Fue un colofón impresionante: el sábado 8 de febrero, las Autodefensas de Michoacán cumplieron su promesa de ingresar a la ciudad de Apatzingán, fortín del Cartel de los Caballeros Templarios, sus jurados enemigos.
En exactamente un año desde su creación, los “comunitarios” -como también se les conoce- ocuparon al menos once municipios -y decenas de pequeñas poblaciones- en una maniobra envolvente sobre Apatzingán. Luego de eso fueron “legalizadas” por el gobierno y bajo ese nuevo estatus ingresaron a la ciudad.

Según dijo ese día a los medios de comunicación Hipólito Mora, uno de los principales comandantes, entraron sin armas, acompañados por el Ejército y la Policía Federal, atendiendo la invitación de un sacerdote local.


Sólo un mes después, el cartel de los Caballeros Templarios parece más golpeado que nunca. Uno de sus principales líderes y fundadores, Nazario Moreno, alias “El Chayo” o “El más loco” esta muerto y los otros capos, como Servando Gomez “La Tuta”, se encuentran en retirada.

Sin embargo, también empiezan a aparecen las primeras fracturas serias entre los diferentes grupos que conforman las autodefensas.

A principios de esta semana, desde Michoacán se reportó que Hipólito Mora debió abandonar la región por diferencias con “Simón El Americano” (Luis Antonio Torres González), otro de los comandantes de los “comunitarios”.

Y la madrugada de este miércoles las autoridades confirmaron la detención de Mora, de quien se sospecha participó en el asesinato de dos personas, una de ellas exintegrante de los Caballeros Templarios que se unió a las autodefensas.

Indicadores

Es una historia conocida en Colombia, donde las Autodefensas Unidas terminaron en una lucha literalmente fratricida: Vicente Castaño ordenó el asesinato de su propio hermano, Carlos, uno de los más conocidos líderes paramilitares.

Una de las metáforas más socorridas en México en los últimos años es la “colombianización” del país.

La comparación se ha utilizado sobre todo para hablar de narcotráfico, pero en este caso también sirve con el “paramilitarismo”.

Y la pregunta muchas veces es la misma: ¿está México repitiendo el proceso por el que pasó Colombia en los años ’80 y ’90 del siglo pasado?

Hace dos años, el investigador y profesor colombiano Carlos Mario Medina Gallego estuvo en México en un seminario titulado “Colombianización de México, mexicanización de Colombia”.

Medina Gallego forma parte de la generación de académicos que en Colombia se conoce como los “violentólogos”, expertos en el conflicto que asedia al país desde hace más de 40 años. Este profesor de la Universidad Nacional ha historiado el fenómeno del paramilitarismo desde su nacimiento, en los años ’80.

Su entrevista con BBC Mundo empieza con una advertencia: “No es bueno que se superpongan experiencias y se diga que lo que está pasando en México es igual a lo de Colombia, así haya similitudes. Tambien hay significativas diferencias”(*).


Sin embargo, agrega que en estos momentos “el fenómeno está surgiendo. Está definiendo su naturaleza y la lógica de su comportamiento”. Y algunos de los “indicadores” que observa le recuerdan lo que ocurrió en la segunda mitad de los años ’80 en Puerto Boyacá, Colombia, cuna del moderno paramilitarismo en Colombia.
“El fenómeno está surgiendo. Está definiendo su naturaleza y la lógica de su comportamiento”
Carlos Mario Medina Gallego, investigador colombiano

“El proceso allá está emergiendo en las mismas lógicas de aquí: una alianza entre campesinos, hacendados, comerciantes, gentes de bien, funcionarios, promoviendo grupos de autodefensa en connivencia -reconocida o no- con la fuerza pública”.

Pero hay una gran diferencia: en Colombia surgieron como fuerza contrainsurgente. En Michoacán, contra el Cartel de los Caballeros Templarios.

En Colombia, empero, el narcotráfico también ha sido uno de los grandes actores de las últimas décadas. Y su intervención en el caso de las autodefensas fue clave para lo que ocurrió después.

“El narcotráfico entró, cooptó las autodefensas, las cambió en narco-paramilitares, las entrenó y las puso puso a funcionar en términos de la economía del narcotráfico”, recuerda el profesor Medina Gallego.

¿Ha penetrado el narcotráfico a las autodefensas de Michoacán?

Sospechas

Servando Gómez Martínez, alias “La Tuta”, el antiguo profesor de primaria que lidera a los Caballeros Templarios, ha dicho que los “comunitarios” cuentan con el respaldo del Cartel Jalisco Nueva Generación, una versión que ha tenido alguna acogida.

Hace poco, en una reunión entre autodefensas y Alfredo Castillo -el super delegado de la presidencia para Michoacán- se denunció la presencia de Juan José Farías, alias “El Abuelo”, quien estuvo en prisión. En 2009 fue vinculado por el ejército y la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía) con carteles de la droga.

Los líderes de las autodefensas lo reconocieron como uno de los suyos y Farías dijo que todo fue un montaje en su contra. Sin embargo, según informan diferentes medios, la PGR ha solicitado de nuevo su detención.

Este semana, antes de ser arrestado, Hipólito Mora habló sobre presuntos vínculos de “Simón El Americano” (se le conoce así porque vivió en Estados Unidos) con el crimen organizado.

Como sea, uno de los peligros que se advierten desde Colombia es que, al ser desplazados los Caballeros Templarios, alguno de los grupos o personas que conforman las autodefensas -que no es un movimiento monolítico- entren a reemplazarlos pues ya conocen sus rutas y sus métodos.

Apoyo a la izquierda

Una de las diferencias más visibles entre lo que pasa en México y en Colombia con el tema de las autodefensas es que en el país norteamericano algunos sectores de izquierda las apoyan. Algo impensable en Colombia, donde formaron parte de un proyecto de la ultraderecha.

El reconocido columnista y profesor universitario mexicano John Ackerman, aunque dice que no está “a favor de nadie en particular”, sí le parece interesante lo que está ocurriendo en estados como Michoacán o Guerrero: un proceso desde las bases, lo cual cree que puede ser positivo para la democracia.

“Lo que digo es que la situación en las comunidades es real. Hay un descontento real desde los mismo pueblos que están reconociendo que el gobierno no puede resolver sus problemas y que necesitan de prácticas de autogestión. El resto es hasta dónde sea la autogestión lo que predomine o que las autodefensas vayan a fin de cuentas sólo a servir a las policías locales y federales”.

Y agrega: “esa es la diferencia entre Colombia y México. En Colombia las autodefensas fueron directamente creadas por el gobierno con una finalidad política, antipopular, de entrada. Aquí es un poco más complejo porque la mayor parte de la corrupción del narcotráfico no está de lado de la sociedad sino de las instituciones”.

Ackerman, sin embargo, aclara que las acciones de las últimas semanas de las autodefensas -de hecho, desde que fueron “legitimadas” por el gobierno- le generan dudas sobre los compromisos reales de estos grupos.

Víctimas

El 25 de agosto de 1987, en las calles de Medellín, Colombia, fue asesinado el abogado y defensor de los derechos humanos, Héctor Abad Gómez. Una foto publicada al día siguiente por los periódicos de esa ciudad muestra su cuerpo cubierto por un sábana. A su lado, sentado sobre el pavimento, se encuentra su hijo, también llamado Héctor.

Veintiséis años después, Héctor Abad hijo se ha convertido en uno de los más reconocidos escritores colombianos. Su libro más destacado es “El Olvido que Seremos” una memoria sobre su padre, asesinado por los paramilitares. El mes pasado, a pedido del New York Times, escribió un artículo en el que, basado en la experiencia de su país y en la suya personal, advierte sobre los peligros de fomentar y apoyar grupos de autodefensa.

El título del artículo refleja a la perfección su contenido: “Mexico’s illusory cure“. En él, el escritor colombiano advierte a los mexicanos cómo los grupos de autodefensa colombianos se salieron de madre y terminaron aplicando los mismo métodos y abusos de los grupos a los que decían combatir.

“En Michoacán uno entiende que surjan grupos así. Ahora: esos grupos espontáneos necesitan una mano de obra que no es tan espontánea, preparada militarmente. Porque a los Templarios no se van a enfrentar unos finqueros con palas y picas”, dice Héctor Abad Faciolince a BBC Mundo.


Y reflexiona: “En general los anticuerpos se parecen a la enfermedad que atacan. El anticuerpo toma la forma del virus que tiene que atacar”.
“En general los anticuerpos se parecen a la enfermedad que atacan. El anticuerpo toma la forma del virus que tiene que atacar”
Héctor Abad, escritor colombiano

“La impresión que uno tiene es que el gobierno deja surgir a las autodefensas, las dejan avanzar porque es un mal menor, pero ya cuando quiso poner un poquito de orden no pudieron, entonces ya les toca ceder de una manera más explícita. No se, nosotros como que en estos países no hemos sido capaces de que el Estado domine realmente los territorios. Lo dejamos en manos de caciques antes, luego de esos grupos”.

Rupert Knox, investigador de Amnistía Internacional le dijo a BBC Mundo que no conoce ningún ejemplo en el mundo en el que estos grupos parapoliciales hayan llegado a buen término.

Como dice Carlos Medina Gallego, el fenómeno apenas está comenzando. Como reflexiona John Ackerman, tiene dentro de sí algunos elementos que pueden ser positivos.


Sin embargo, lo que está ocurriendo en México a muchos en Colombia les despierta malos recuerdos.

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