lunes, 6 de enero de 2014

STC-Metro: de mal en peor

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ERNESTO VILLANUEVA.

El accidentado paso que hasta ahora conduce al alza de dos pesos en el precio del boleto del Metro no genera soluciones de fondo. Veamos por qué.

Primero. El gran problema del STC-Metro no es de pesos y centavos, o no solamente, sino la ausencia integral de los factores que hacen a un servicio público.

La corrupción, la impunidad y la opacidad que ahí perviven es la cuestión que debe atacarse a fondo. Y eso no se ve por ningún lado. En efecto, desde el diseño legal del STC-Metro se observa la cultura de la simulación. El contralor es nombrado por quien nombra al director del Metro, y existe un “consejo de administración” integrado por funcionarios del Gobierno del Distrito Federal y dos “contralores ciudadanos” designados por el partido, el PRD, por lo que su independencia es de ornato.



Este punto de partida se pone de manifiesto, además, en el día a día y en el proceso para subir la tarifa del Metro. ¿Por qué dos pesos y no 1.85 o 2.15? El gobierno del Distrito Federal jamás explicó nada. ¿Qué garantías tiene la sociedad de que con esos dos pesos el Metro sufrirá un cambio positivo? Ninguna, sólo la palabra de Miguel Ángel Mancera, que en estos tiempos no vale nada o muy poco porque la sociedad no está en condiciones de sancionar el incumplimiento, entre otras cosas porque no conoce el Metro por dentro y todo se remite a un acto de fe.

La consulta sobre el precio del Metro tuvo al menos tres problemas: a) Parte de las encuestas fueron llenadas por los propios encuestadores, como lo demuestran varias fotos en mi poder y que circulan en redes sociales que dan cuenta de ello; b) Ninguna institución independiente verificó la metodología de las encuestas. Por lo general, como bien dice el dicho, el que paga manda, y aquí no hay excepciones, y c) Se mintió a los encuestados al no preguntarles si estaban de acuerdo en privilegiar a algunos segmentos poblacionales en perjuicio de otros. Lo cerrado de los resultados acaso fue para darle cierta verosimilitud a una cuestión de por sí absurda: el ciudadano diciendo que está de acuerdo en ir contra su propio interés.

Segundo. El tema de los “vagoneros”…


Fragmento del análisis que se publica en la edición 1040 de la revista Proceso, actualmente en circulación.

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