jueves, 23 de enero de 2014

En Davos: Con las reformas bajo el brazo

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ALEJANDRO GUTIÉRREZ.

El Foro Económico Mundial que se celebra cada año en Davos, Suiza, reúne a los hombres más ricos del mundo, aquellos que han amasado fortunas inimaginables, muchos de ellos aprovechando las crisis económicas de varios países y, por ende, la miseria de millones de personas. A esa cumbre del dinero irá este año –por primera vez como presidente– Enrique Peña Nieto… y lo hará con las reformas energética y de telecomunicaciones bajo el brazo.

MADRID. Enrique Peña Nieto vuelve al Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) en Davos, Suiza. Pero esta vez lleva bajo el brazo el paquete de reformas estructurales que el Congreso le aprobó el año pasado.

“Es el foro ideal para explicar el alcance de las nuevas reformas de México, por ejemplo la energética o de telecomunicaciones, pues es donde asisten los multimillonarios inversionistas y ejecutivos de las grandes petroleras, los mayores gestores de fondos especulativos y los banqueros del mundo”, dice a Proceso el periodista y escritor inglés Andy Robinson.


“Quizá por eso también está confirmada la asistencia de Emilio Lozoya Austin, director de Pemex, otro clásico perfil de joven emprendedor liberal que habla el lenguaje que tanto gusta a los multimillonarios del mundo, los llamados Davos men, quienes cada año se reúnen en esa estación de esquí suiza”, añade Robinson, autor del libro Un reportero en la montaña mágica. Cómo la élite económica de Davos hundió el mundo (Ariel, 2013), de próxima aparición en México,

En un receso antes de su viaje a Davos –donde cubrirá la sexta reunión del WEF del miércoles 22 al sábado 25–, Robinson señala que el de Peña Nieto “es un caso interesante de un young global leader (joven líder global), tal como fue nombrado en Davos, una etiqueta que para los multimillonarios del mundo te convierte en alguien especial”.

Trae a la memoria la participación de Peña Nieto en Davos en enero de 2012, siendo entonces apenas precandidato a la Presidencia. “En uno de los foros el presidente de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, dijo abiertamente: ‘En México vamos a privatizar Pemex’, mientras que el discurso de Peña Nieto fue mucho más mesurado porque apuntó: ‘Tenemos que respetar nuestro modelo mexicano’”.

Subraya que ahora el presidente de México acudirá con las reformas que su gobierno impulsó y pondrá en marcha. “Es muy bueno para un político con ambiciones aprovechar este escaparate de Davos donde estarás rodeado de la gente que representa ese 1% de la población mundial con las mayores fortunas del mundo, con las que sin duda harás negocios, y vas a ser presentado como una persona progresista”, dice con ironía.

Por su experiencia en la cobertura del WEF, el corresponsal del diario catalán La Vanguardia sostiene que, viendo en perspectiva aquella intervención de Peña Nieto en 2012 y el alcance de la reforma, tiene “sentido que en el foro haya dado un discurso moderado, porque estaba en plenas elecciones; pero sin duda en las reuniones cerradas del WEF es donde realmente debió haber delineado el verdadero alcance de sus reformas, asegurándoles a las grandes empresas petroleras: ‘No se preocupen, vamos a llegar hasta el final’; eso es lo que se da en Davos”.

Más y más ricos

Robinson explica: para comprender las entrañas del foro en el cual Peña Nieto estará esta semana, se debe retomar la tesis que plantea en su libro: Tras la caída de Lehman Brothers, que hundió en la pobreza a millones de personas y gradualmente desmantela el estado de bienestar en todos los países, 1% de los más ricos del mundo, muchos de los cuales participan en Davos, incrementaron notablemente sus ganancias.

Señala que los multimillonarios de la lista de Forbes aumentaron más de 27% desde 2007, y en 2011 el patrimonio de éstos ya era 13% mayor que antes de la crisis.

Dice en el libro: “Los salarios de los ejecutivos, los brokers y los gestores de fondos de Wall Street se repartían generosamente como en los años de mayor euforia de la burbuja. Según los informes de la consultora Hay Group que cada año circulaban en Davos, la remuneración del consejero delegado medio de las 500 empresas estadunidenses más grandes ya era 430 veces mayor que el salario del trabajador medio”.

Recuerda que “en el WEF de 2011, mientras en Estados Unidos la cifra de personas que, a causa de la pobreza, se habían visto forzadas a solicitar ayuda alimentaria alcanzaba el récord histórico de 50 millones, yo había visto pasar por la cafetería Global Village a Davos men estadunidenses cuyo patrimonio total rebasaba los 100 mil millones de dólares: Bill Gates (Microsoft, 50 mil millones), Sergey Brin (Google, 59 mil millones), Michael Dell (Dell, 15 mil millones) y George Soros (Quantum y otros fondos de especulación, 22 mil millones).

“A esta estela seguían cientos de otros billionaries estadunidenses que ocupaban puestos algo más bajos en el ranking de Forbes (individuos con un patrimonio mayor a mil millones de dólares), un catálogo de riqueza que cada año de la crisis no hacía sino aumentar.”

Apunta que no es distinto el caso de los ejecutivos europeos. En el libro cita un estudio de la central sindical estadunidense AFL-CIO, de abril pasado, que precisa: “La retribución del consejero delegado alemán era ya 147 veces superior a la del trabajador medio”.

En la entrevista Robinson argumenta que empezó a cubrir el WEF en 2009 “en el momento más grave después de la quiebra de Lehman Brothers; ese año se notó que la élite de los Davos men estaba asustada, mucho más humilde que antes; pero se comprobaría en muy poco tiempo que recuperó su seguridad y su capacidad para seguir defendiendo sus negocios y el tipo de paradigma de este capitalismo feroz y de desigualdad.­

Señala: tras el shock “los lobbies de Wall Street empezaron a desmenuzar la gran legislación insignia de (Barack) Obama que defendió la idea de que él sí iba a actuar contra Wall Street; entonces los hombres de Davos, en 2010, hipócritamente se mostraron indignados alegando que se trataba de una ‘lucha de clases’ o de una venganza de Obama contra la banca, volviendo al statuo quo previo, pese a que existía una irritación social porque las pérdidas del sistema bancario se habían socializado”.

Robinson agrega que es precisamente frente a la conciencia ciudadana de esta enorme injusticia que Davos “aprovecha todos sus mecanismos para cambiar su lenguaje e incorporar elementos de un discurso cuasidemócrata, donde incluyen términos como ‘emprendedores sociales’ o el famoso lema del foro: Committed to help the world (Comprometidos en ayudar al mundo) que me llevaron a dedicar dos capítulos del libro a lo que llamo los esfuerzos filantro-capitalistas de los hombres de Davos, es decir, el neoliberalismo más salvaje con una pincelada de compromiso social”.

Eso le ha permitido a los “emprendedores de Davos”, dice, valorarse y justificarse como el capital humano o las personas superdotadas y excepcionales cuyas enormes remuneraciones son algo que no puede evitar el mercado.

Un caso es el de Nicolas Berggruen, quien se presenta como “inversor y filántropo”; es ejecutivo de la firma de inversión estadunidense Liberty Holding, mediante la cual se convirtió en accionista mayoritario del grupo Prisa, editor de El País; posee acciones de Burger King, “el ejemplo de las más nefastas condiciones laborales de sus trabajadores” y “de la mayor ingeniería financiera para evadir impuestos en los países donde más vende”.

“Berggruen”, indica Robinson, “dijo en una entrevista en Davos que se comprometía a donar la mayor parte de su fortuna mediante proyectos benéficos. Pero yo cito en mi libro que esta nueva fase de filantro-capitalismo está orientada a la privatización de los servicios sociales, como la sanidad o la enseñanza, como ya ocurre en el Reino Unido.

“Lo hacen mediante esa primera fase de filantropía, creando empresas sin ánimo de lucro que gestionan la sanidad y la educación pública, pero posteriormente la pasarán a empresas privadas y fondos de inversión internacionales que gestionarán los colegios.”

La experiencia Davos

Peña Nieto ya había participado en las reu­niones del WEF de 2010 y 2011, aún como gobernador del Estado de México. En 2012 lo hizo como precandidato. En abril de 2013, ya como presidente, participó en el Octavo Foro sobre Latinoamérica, en Perú.

En esta reunión –que no es propiamente una cumbre del WEF– el fundador y director ejecutivo del foro, Klaus Schwab, destacó el “liderazgo global” del mandatario mexicano y sus reformas, que calificó de “avances positivos”.

“Hay un joven líder global, el presidente de México, que está trabajando con avances positivos y es conveniente saber que va a asegurar la estabilidad verdadera a largo plazo”, dijo.

En 2012, en Davos, Peña Nieto recibió el espaldarazo del expresidente Ernesto Zedillo –consejero ejecutivo de empresas como Procter & Gamble, Alcoa, Union Pacific, Grupo Prisa y en 2011 de Citigroup–, con quien celebró un encuentro privado.

Robinson sostiene que en el foro, el “centro mundial del llamado networking”, Zedillo tiene un papel muy destacado “porque se convirtió en un integrante del club más selecto del WEF, asesorando a Schwab sobre los personajes y las estrellas ascendentes que convendría tener en Davos; es un miembro del núcleo duro del foro, por eso sin duda fue relevante que Peña Nieto recibiera allí el espaldarazo de Zedillo, para tener acceso a los grandes multimillonarios”.

En esa ocasión el equipo de campaña del mexiquense informó de sus encuentros con Carlos Ghosn, presidente mundial de Nissan; con Bill Gates, fundador de Microsoft; con el magnate industrial indio Lakshmi Mittal; con Soros y con el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz.

Asimismo con los españoles Ana Patricia Botín, responsable de la filial británica del Banco Santander; Javier López Madrid, de OHL; Ignacio Galán, de Iberdrola; Juan Luis Cebrián, de Prisa, y con Francisco González, de BBVA, cuya filial mexicana, Bancomer-BBVA ,es el banco número uno en México.


Peña Nieto se reunió ese año con el ejecutivo británico Martin Sorrell, director ejecutivo de la multinacional de publicidad WPP, quien, según el libro de Robinson, “en forma cínica echó la culpa a los políticos por no hacer lo suficiente para impedir que él ganase tanto dinero” (16 millones de euros en 2009 gracias, principalmente, al éxito conseguido en el mercadeo de bienes de lujo dirigido a un segmento de los nuevos ricos en China).

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