lunes, 2 de diciembre de 2013

Un año deplorable

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JESÚS CANTÚ.

MÉXICO, D.F. Después de un año de gobierno, Enrique Peña Nieto, más allá de la aprobación de algunas reformas, todavía no puede arrogarse la concreción de sus promesas de campaña. 

De hecho los datos son negativos: la expectativa de crecimiento del PIB se redujo a menos de una tercera parte (de un pronóstico de 3.9% a 1.2%, aunque algunos analistas ya lo ubican debajo de esta cifra); pese a que las cifras oficiales hablan de una reducción en los homicidios perpetrados por la delincuencia organizada, también muestran el incremento de los secuestros y las extorsiones, así como la expansión de las llamadas autodefensas, que impactan directamente la gobernabilidad; asimismo, la protección de los derechos humanos (de acuerdo con Human Rights Watch) únicamente avanza en la retórica oficial, y según The Economist el éxito de la Presidencia de Peña Nieto depende, casi totalmente, de la reforma energética.

Como ha sucedido en los últimos cuatro sexenios, al concluir el primer año de gobierno los presidentes tienen nada o muy poco que presumir, como no sea el desencanto ciudadano ante la abismal brecha entre las expectativas y la realidad. Una brecha que, por las propuestas y acciones gubernamentales, hoy parece imposible de llenar.

The Economist, publicación inglesa abiertamente identificada con el neoliberalismo y muy cercana al sector empresarial (y dentro de éste al mundo financiero), al hacer el balance de un año de gobierno en la edición de la semana pasada, dejó muy claro el descontento del sector empresarial por lo que llama “una descuidada e improvisada mezcolanza de alzas impositivas”. También especificó que la propuesta de reforma energética de Peña Nieto, dada a conocer en agosto pasado, fue decepcionante, y que para asegurar su éxito requiere incorporar los contratos de producción compartida y las concesiones (si bien, para no provocar irritación popular, las puede llamar “licencias”) a particulares (sobre todo a las corporaciones petroleras internacionales).

Enfáticamente concluyó: “El señor Peña sabe que muchas de sus otras reformas llevarán años, tanto para ser implementadas como para detonar el crecimiento. Una reforma energética audaz puede ser el éxito de su Presidencia. Titubear demostraría que el Momento Mexicano fue fugaz”. No hay lugar a dudas, a juicio de The Economist, de que el éxito del gobierno de Peña Nieto depende de que retome la iniciativa panista y modifique algunos términos, sin cambiar para nada el sentido de la misma: total apertura al capital privado, nacional e internacional, en el sector energético mexicano, particularmente en la explotación de hidrocarburos…

Fragmento del análisis que se publica en la edición 1935 de la revista Proceso, actualmente en circulación.

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