lunes, 16 de diciembre de 2013

Renace el movimiento estudiantil: reexpropian las calles

FUENTE: REVOLUCIÓN 3.0
AUTOR: ANTONIO JIMÉNEZ.

El pasado fin de semana hubieron dos acontecimientos repetitivos que rompieron con la monotonía de control público policial que se había instalado en las calles de la Ciudad de México: los estudiantes sacudieron el miedo y tomaron el asfalto de las principales avenidas ante la aprobación de leyes que laceran fuertemente la vida social, política, cultural y económica en este país.

Me suben el transporte público #PosMeSalto #PosInformo

Desde las primeras horas del viernes 13 de diciembre, se podía observar a jóvenes y estudiantes universitarios, en su mayoría, tomar diversas estaciones del sistema de trasporte colectivo metro (STCM) para llevar a cabo el acto político #PosMeSalto: el salto a los torniquetes en protesta por el incremento del precio al boleto del metro.

Con la liberación de torniquetes se permitía el acceso gratuito a los usuarios del transporte público más usado en el Distrito Federal. La acción fue acompañada con diferentes discursos políticos ya sea a manera de volantes o con la “apertura de megáfono”, cercano a donde se llevaba la liberación de torniquetes, para que la gente pudiera opinar acerca del incremento, la reforma energética y la criminalización de la protesta en la capital. Así iniciaban los diálogos ciudadanos y el perceptible esbozo de organización sobre qué acciones llevar a cabo ante el intento de quebrantamiento de país por parte del gobierno y los legisladores.

El viernes pasado se pudo observar la gran indignación existente en los ciudadanos capitalinos, que probablemente es el mismo en la mayoría de los mexicanos. Los diálogos, las vivas, los abrazos, las gracias que hombres y mujeres, niños, abuelas, amas de casa, obreros y gran cantidad de sujetos sociales daban a los jóvenes y estudiantes era avasalladora. Sin lugar a duda, hay un pueblo cansado de tanta mentira e injusticia por parte de la clase política.

Un hecho muy interesante y que hizo sentir el espíritu de las movilizaciones del año pasado, fue que estudiantes de universidades públicas y privadas de la capital volvieron a trabajar en conjunto en los espacios políticos por excelencia, los espacios públicos. Un ejemplo de ello, es que en la estación Centro Médico mientras estudiantes de economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se encontraban dando acceso libre al metro y dándole apertura a lo diálogos mediante el megáfono, estudiantes de diferentes carreras de la Universidad La Salle informaban con un tríptico acerca del por qué no se debe aceptar la reforma energética. Las consignas estudiantiles y populares que se exclamaban, se mezclaban unificando una sola voz del estudiantado.

Pronto y tan solo algunos minutos transcurridos de la llegada de los estudiantes a las estaciones de metro, el apoyo de la sociedad se aglutinaba junto a ellos. La gran masa social destellaba con varias intensidades, aquel enunciado que reza: el verdadero poder, emana del pueblo.

Inicia la re-expropiación pública de las calles  

Eran las cuatro de la tarde y del Monumento a la Revolución empezaba a fluir un río de estudiantes. La toma de las estaciones se suspendía por un momento, ya que era importante retomar las calles, a pesar del hostigamiento y la persecución que el Gobierno del Distrito Federal (GDF) había impuesto al derecho de manifestación y al derecho de libertad de expresión.

Un contingente orgánico de más de 6 mil personas, que fue mutando, que fue cambiando conforme transcurrían los minutos se podía ver atravesando las avenidas principales del primer cuadro de la Ciudad de México. De nueva cuenta la alegría, el color, los cantos, la música, el amor pintaban la avenida paseo de la reforma, así como avenida Juárez, donde estos trazos contrastaban de manera violenta con los trazos del mega operativo de seguridad que una vez más no permitía acceder al zócalo más importante de nuestro país, a la Plaza de la Constitución: lugar donde palpita incansablemente la historia política de nuestro país y zona de rebelión por excelencia.

Ante el cerco policial monumental, construido con grandes camiones y con el mismo pueblo mexicano, que es arropado con cascos, escudos, toletes para arremeter a sus semejantes, esa gran masa popular entonces decidió apoderarse de la avenida reforma e insurgentes.

Estando en ese cruce, en lugar de automóviles, circulaban sobre las avenidas cantos, consignas, bailes, gritos de indignación, sonrisas y bastante esperanza. Sin embargo, en un cuerpo tan heterogéneo también hubo cabida para las posturas un poco más radicales, pues algunos manifestantes sin ser la mayoría; tal vez por el hartazgo, tal vez porque ese era su objetivo, decidieron encender en llamas un árbol navideño del corporativo trasnacional Coca-Cola.

La imagen en ese momento era asombrosa, recuerdos de lo sucedido en Brasil ante el incremento del transporte público en los meses pasados retornaban a la memoria. Sin duda esa imagen fue un símbolo para muchos.

“¡Feliz Navidad Mancera!”, se escuchaba alrededor del árbol, mientras el humo negro era absorbido por el cielo azul y mientras la masa orgánica que protestaba, poco a poco se dividía entre el asombro, el miedo, el júbilo y la reflexión.

Por la noche, el #PosMeSalto y el #PosInformo continuarían.

La repetición del acontecimiento

Al día siguiente, sábado 14, lo hechos tuvieron un espejo. El mismo cuerpo orgánico colectivo moviéndose de manera dinámica y con fuerza sobre las principales vialidades del centro de la ciudad se repetía. Sin embargo el tamaño era diferente, ya no era un cuerpo de 6 mil personas, sino la masa se había incrementado casi el doble.

Con excepción del incremento de la masa y de la ya no aparición del “fuego navideño”, todo se repitió. Los jóvenes acompañados de una gran parte de la ciudadanía volvieron a expropiaron las calles. La indignación se sobrepuso al miedo y la pasividad.

Jóvenes que podrían haber sido señalados de manera tajante por los medios de comunicación como “anarquistas”, “encapuchados” y por lo tanto “violentos” dieron una muestra de compromiso cívico sin precedentes.

Como intentar esculpir la imagen en el tiempo, regresó a aquella noche del sábado mirando a un pueblo dividido, de manera artificial por supuesto. El pueblo que también es granadero y tan solo a un metro estudiantes que también son pueblo. Un diálogo épico que evidenciaba el fenómeno en concreto de las circunstancias y tensiones en las que el gobierno ha puesto a la sociedad mexicana: la batalla indignante de unos contra otros.

Quieren vender el país #PosAsambleaJuvenil

Finalmente una gran asamblea se pudo ver la noche del #14Dmx en el Hemiciclo a Juárez. De ella emanaron acuerdos que en estos momentos se están poniendo en práctica.

Los jóvenes y estudiantes de la capital con mirada crítica y al ver lo que está sucediendo en su país han decido realizar asambleas. El día de hoy se están llevando a cabo asambleas en algunos puntos de la UNAM, en algunas delegaciones y algunos auditorios sindicales.

Al parecer la indignación y el fuerte impulso hacia la organización recorren nuestras calles.

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