sábado, 14 de diciembre de 2013

Exdirector del Cisen: “El Chapo”, un “genio de los negocios”

FUENTE: PROCESO (REDACCIÓN).

MÉXICO, D.F. (apro).- Guillermo Valdés, exdirector del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (Cisen), calificó a Joaquín El Chapo Guzmán como un “genio de los negocios” y uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo.

Su capacidad de liderazgo y de escucha, así como su visión estratégica, aseguró, lo ayudaron a reincorporarse con éxito al narcotráfico tras su escape del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, durante el sexenio de Vicente Fox.

En una amplia entrevista realizada por el diario español El País antes de la clausura de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara, el autor del libro Historia del narcotráfico en México habló también de la liberación del narcotraficante sinaloense Rafael Caro Quintero.



Dijo:

“La Suprema Corte dice que ese juez actuó mal al dejarlo libre. La especulación es que pudieron haberlo corrompido. Probablemente fue así”.

El exdirector del Cisen descartó también el regreso de Caro a las actividades ilícitas. “En todos los casos he visto, cuando un capo es detenido sale de la organización. Si trata de regresar lo eliminan rapidísimo”, dijo.

–No fue el caso del Chapo Guzmán, actual líder del cártel de Sinaloa, tras fugarse de la cárcel —reviró el periodista.

–Es la excepción a la regla. Creo que El Chapo es una persona con una capacidad de liderazgo y visión estratégica que no tienen el resto de narcos, y se lo reconocen.

“Es una persona muy inteligente, con una gran capacidad de escucha, con mucha capacidad de seducir gente y, además, con una gran imaginación y creatividad empresarial. Es un genio de los negocios”.

Durante hora y media, el exfuncionario habló de la guerra contra el narcotráfico que impulsó el expresidente Felipe Calderón, y afirmó que lo que falló no fue la estrategia, sino el poder que adquirió el crimen organizado durante décadas.

“En México la violencia creció exponencialmente entre 2008 y 2011. Ahí alcanza su tope y empieza un proceso de decrecimiento. Si ese descenso continúa, se puede decir que pudo haber sido eficaz la estrategia”, confió.

–¿Por lo tanto sostiene que la estrategia de Calderón no fue el principal problema, sino que se encontró con un panorama criminal al que nunca se había enfrentado otro presidente?

–Así es. A Calderón le estalló un volcán. Tenemos cuatro guerras en curso entre cárteles cuando él llega. Este debate en el pasado sexenio estuvo muy politizado. Se trataba de buscar responsabilidades políticas y no entender el problema.

Históricamente, añadió, el Estado no le dio prioridad al tema y los cárteles tuvieron varias décadas de expansión y fortalecimiento hasta llegar al punto actual.

Según Valdés, la salida del PRI del gobierno en el año 2000, después de 70 años en el poder, fue crucial porque durante 30 o 35 años “hubo esa especie de acuerdo tácito entre crimen organizado y Estado, y fue posible porque había un gobierno muy monolítico. Un presidente muy fuerte que controlaba a gobernadores, legisladores… cuando esa estructura se descentraliza, todo cambia. Es muy difícil que ahora un presidente ordene a los 32 gobernadores y al Poder Legislativo y Judicial: ‘oigan, hice un pacto con los narcos, ¿me lo sostienen?’. Es imposible”, sostuvo.

El exdirector del Cisen se negó a hacer un balance de la efectividad de la guerra emprendida por Calderón contra la delincuencia organizada, pero aseguró que las 65 mil muertes registradas en su sexenio fueron producto de la guerra entre cárteles y no de una lucha del narco contra el gobierno y viceversa.

–¿Existe una responsabilidad del gobierno en el descontrol de los narcotraficantes?— le preguntó el reportero de El País.

–La hay, pero no es fundamental a la hora de contar 65 mil muertos (cifra oficial de muertos de la administración anterior). Si la causa de la violencia fue que el gobierno entró a combatir a estos señores y estos señores le responden al Estado, tendríamos una violencia en donde habría muchísimos muertos por nuestra parte, y no es el caso.

Señaló que 85% de las muertes registradas en el sexenio calderonista corresponden a ejecuciones, “gente que es secuestrada, llevada a una casa de seguridad y asesinada con un tiro de gracia. Sus cadáveres son expuestos, a veces con mensajes, y eso nos habla de que una organización ataca a otra. No es una guerra del narco contra el Estado”, consideró.

Sí ha habido víctimas inocentes, reconoció, pero “cuando menos en la contabilidad que yo llevaba hasta 2011, apenas 1% de los homicidios eran de personas que no tenían nada que ver con el conflicto. El 1% son unos 600 del total, más o menos”, puntualizó.

Valdés subrayó que a diferencia de la guerra que declaró el narcotraficante Pablo Escobar al Estado colombiano, cuyo objetivo era crear víctimas civiles inocentes, “lo que se conoce como narcoterrorismo, aquí no lo han hecho deliberadamente”.

Los únicos casos, agregó, son el del casino Royale en Monterrey, Nuevo León, donde hubo 52 muertos, y el de las narcofosas de San Fernando, Tamaulipas, donde se hallaron 196 muertos, “pero ocurrió porque Los Zetas pensaban que eran sicarios de La Familia”, justificó.

–Los Zetas son los primeros en diversificar la actividad criminal y, por tanto, los primeros en atacar a la población directamente —atajó el periodista.

–Con ellos hay un proceso de militarización definitivo a partir del 2000-2001, que se combina con el fin de la prohibición en Estados Unidos de la venta de armas de alto calibre en 2004. Fluyen miles de armas a nuestro país. Con Los Zetas llega una violencia mucho más salvaje. Eran asalariados del Golfo, pero en algún momento tuvieron que negociar con sus patrones, Osiel Cárdenas (El Mata Amigos) y compañía, tener más protagonismo.

“En Michoacán es la primera región donde empiezan a generalizar tres negocios: el consumo de drogas interno, es decir la venta de meta; la venta de protección al modo siciliano, y el secuestro”.

–¿Qué sentimientos tenía usted al llegar a su despacho y recibir informes con asuntos de seguridad tan complejos?

–Sientes una impotencia muy grande. Tú al frente de un Estado débil, muy lento, muy burocrático, te llega la desesperación, pero no porque no sepas cómo solucionar el problema, más bien no tienes las herramientas para atajarlo. Modificar cualquier estrategia te lleva meses. Traes incendios aquí y allá y tienes que actuar. Acabas movilizando al Ejército.

–¿Usted estaba de acuerdo en sacar a unos militares a la calle que no estaban preparados y que acabaron cometiendo grandes delitos contra los derechos humanos?


–No, pero no había alternativa.

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