jueves, 10 de octubre de 2013

Pena de muerte… lenta

FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: J. JESÚS LEMUS.

En México no está permitida la pena capital, pero debido a las malas condiciones y ‘terapias de reeducación’ que se aplican en las cárceles del país, cada año mueren 16 presos por cada uno que es ejecutado legalmente en Estados Unidos.

Debido al hacinamiento, sobrepoblación y aplicación de “terapias de reeducación”, las cárceles mexicanas se han convertido en verdaderos centros de exterminio, en donde la prioridad de cada interno, todos los días, es sobrevivir a las condiciones de vida que le ofrece el Estado. 

En México, oficialmente no está permitida la pena de muerte por ningún delito, pero igual cada año mueren 16 presos por cada uno que es ejecutado legalmente en Estados Unidos.

La cifra de muertes en las cárceles mexicanas va a la alza, pero ello no parece preocupar al Estado, el que –como se hizo en el pasado sexenio- sigue haciendo más férrea la condición de vida de los internos.

En las cárceles federales, por ejemplo, los espacios son cada vez más limitados. Dentro de la celda cada preso tiene apenas un metro cuadrado. El espacio tan reducido es justamente una de las principales causas de riñas y suicidios dentro de la cárceles mexicanas.

El más reciente reporte del Sistema Penitenciario Mexicano indica que las prisiones del país cuentan con una población de 287 mil 580 reos, pero reconoce que están diseñadas para albergar a solo 188 mil 147 internos. Una sobrepoblación de más de 49 mil 433 internos.

En México existen 419 centros penitenciarios, de los cuales 13 son centros federales, en donde se concentra más del 63 por ciento de los internos a los que se les aplica un terapia de tratamiento tendiente a disminuir su condición física, emocional e intelectual, lo que de manera frecuente les orilla al suicidio.

Sin embargo, la mayoría de los centros federales se niega a reconocer el tratamiento de terapia del shock.

De acuerdo a datos del Sistema Penitenciario Federal, el hacinamiento y la sobrepoblación son vistos como un verdadero problema en las cárceles mexicanas, pero no hay una política puntual para atender esta situación, dado que el número de internos crece exponencialmente frente al crecimiento de la infraestructura carcelaria.

“Entonces no está mal el sistema de cárceles, sino lo que está mal es el sistema de procuración de justicia que rige en nuestro país, en donde se puede detener a cualquier persona y acusarla de cualquier delitos, sin ninguna razón para ello. Por eso la sobrepoblación de las cárceles”, dice el abogado y penalista Arturo Campos de la O.

Durante el gobierno de Felipe Calderón, en la llamada “guerra contra el narco” la población en las cárceles creció en más de un 120 por ciento, asegura.

“Por eso las cárceles se abarrotaron y quedó chico el sistema penitenciario nacional, que de por sí ya era limitado”, indica De la O.

Los datos oficiales del sistema penitenciario nacional muestran que durante los últimos 10 años, el número de deceso en la cárceles mexicanas oscila entre los 430 y 470.

Estos datos contrastan con las 30 personas que mueren ejecutados en las cárceles de Estados Unidos - la mayoría por inyección letal- bajo la pena de muerte.

Mala vida

En todas las cárceles federales que operan existe hacinamiento. Las celdas que inicialmente se programaron para una persona -en un espacio de 6 metros cuadrados- tienen que ser compartidas por cinco y hasta seis internos, lo que de manera frecuente lleva a la confrontación entre ellos.

En el caso de las Islas Marías, los dormitorios que se programaron para 10 personas, ahora son dormitorios para 20 y 22 internos.

La incomunicación es otra de las constantes dentro de las cárceles federales, allí se ha restringido a una vez por semana la llamada telefónica a la familia, con duración de entre 6 y 8 minutos, cuando el centro quiere otorgar ese beneficio, el que solo lo recibe el 20 por ciento de la población carcelaria que se encuentra ubicada bajo el estatus de “buena conducta”.

Puente Grande, un mal ejemplo

La prueba más palpable de las condiciones extremas de vida a que son sometidos los presos, es la cantidad de amparos que se reciben en los tribunales para no ser objeto de las arbitrariedades dictadas por los directores de los centros penitenciarios.

Solo en los juzgados de Jalisco -en donde se ubica la cárcel negra de Puente Grande- se han recibido en los últimos tres meses un total de 730 amparos de parte de una población de poco más de mil 200 internos, lo que indica que más del 60 por ciento de los presos se mantiene inconforme con el trato y las condiciones de vida que se lleva al interior de esa cárcel federal.

La mayoría de los amparos que residen en manos de jueces especializados, tienen que ver con la mala calidad de la alimentación, la incomunicación, actos vejatorios y humillantes por parte del personal de custodia, así como a la cancelación y prolongación de visitas familiares o visitas íntimas.

Los amparos se han promovido individual y colectivamente, pero quienes los han solicitado fueron mandados a aislamiento por la dirección del penal federal.

Del 2008 al 2011, en Puente Grande se registraron entre 10 y 14 intentos de suicidio. Cinco de ellos se concretaron. El caso más sonado fue el del panameño Cesar Enrique Fábregas Samaniego, quien finalmente terminó por suicidarse tirándose el “clavado de la muerte” -lanzándose de cabeza desde la litera al piso-, tras ser hostigado por el personal de custodia de ese centro federal, Cesar Enrique estaba ya afectado por el aislamiento en que se le tenía.

Los presos de Puente Grande, donde el índice de intentos de suicidios van a la alza, se han quejado de la comida, pues en muchas ocasiones se ven obligados a comer alimentos en estado de putrefacción.

La mayor parte de los amparos también tiene que ver con la falta de actividades, dado que la mayoría de reos en esa cárcel pasan al menos 23 horas encerrados en sus celdas, obligados a mantenerse en silencio y sin movimiento.

El silencio de las autoridades

La mayor parte de los casos de muertes y suicidios que ocurren al interior de las cárceles en el país son maquillados en los informes de las autoridades federales.

Por ejemplo, el informe del entonces secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal, Genaro García Luna, en 2012 indicó un conteo de 451 muertos dentro de las cárceles mexicanas, tanto estatales, como federales.

El desglose de García Luna señaló que 316 fueron muertes simples (sic), 52 fueron homicidios y 83 fueron suicidios. Solo que al entonces secretario de Seguridad Pública se le olvidó decir que en 29 de las 316 “muertes simples” estuvo relacionado de alguna forma el personal de custodia, y que en otras 120 de esas “muertes simples” no hubo atención médica por parte de los centros penitenciarios y además, en 42 de esas “muertes simples” fueron presos que murieron “extrañamente” en áreas de separos. De acuerdo al informe de Amnistía Internacional, en el año 2012, en 21 países del mundo fueron ejecutados un total 682 personas, cifra que casi es alcanzada por México en una sola exhibición. En estados Unidos, el país que mayormente aplica la pena de muerte a sus reos, en ese año se ejecutaron 32 personas.

Riñas
Los pleitos más notables del sexenio pasado

> 15 de octubre del 2011
cárcel de Matamoros, Tamaulipas
20 presos muertos
2 reos heridos

> 5 de enero del 2012
penal de Altamira, Tamaulipas
31 presos muertos
13 reos heridos

> 19 de febrero del 2012
Apodaca, Nuevo León
44 internos muertos
22 presos lesionados

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