lunes, 14 de octubre de 2013

Miedo virtual

FUENTE: REPORTE INDIGO.
AUTOR: RODRIGO VILLEGAS.

En lo que va del año, ciudadanos españoles han sufrido al menos tres secuestros virtuales en territorio mexicano. El caso más reciente fue el del grupo español indie Delorean, cuyos cuatro integrantes estuvieron secuestrados virtualmente por alrededor de 48 horas en un hotel de la Ciudad de México, al que fueron obligados a trasladarse mediante amenazas telefónicas. Hoy en Latinoamérica, y especialmente en México, las modalidades del secuestro han evolucionado y tomado diferentes formas creativas de impartir miedo a cambio de un bien político o económico. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) tan solo en 2012 se cometieron 105 mil 682 secuestros, aunque la estadística no especifica en qué modalidad.

En los 90 el índice de secuestro en México alcanzó sus niveles más altos. Así lo han señalado reportes institucionales de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) y la organización Human Rights Watch. 

Para el año 2000, el pandemonio comenzó a disminuir, y el secuestro pasó a ocupar un papel secundario, al menos en la percepción ciudadana. Especialistas en materia de seguridad pública así como estudiosos del denominado “combate frontal a las drogas” han señalado que la proliferación de grupos dedicados al narcomenudeo, así como la guerra entre carteles inhibió de cierta forma la constante del secuestro. Especialmente en la Ciudad de México.

Sin embargo, la insaciable necesidad de las organizaciones del crimen organizado por lucrar -ante la presión de las autoridades a sus finanzas- llevó a los cárteles a reclutar a bandas dedicadas específicamente al secuestro.

El narco comenzó a cobrar cuotas a las bandas de secuestradores y extorsionadores. Algunos se aliaron.

Esto se observa de manera sistemática a partir del año 2008, cuando el índice de caso denunciados y/o detectados tuvo un despunte. Así lo señala las cifras del SNSP a finales de 2012 cuando el índice subió al menos 34 por ciento con relación al número registrado en los dos años anteriores.

La realidad es que las formas de extraer dinero mediante el miedo psicológico o la violencia mental cada vez se suscitan más y de diversas formas.

No obstante, para las autoridades federales es cada vez más complicado rastrear y aprehender a los delincuentes pues las herramientas tecnológicas y la falta de cautela personal facilitan la ejecución de estas formas delictivas.

Secuestro profesional

Se trata de la modalidad de secuestro más antigua.

Los análisis de la Policía Federal, hoy dados a conocer por el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), lo han tipificado como de larga duración, ya que el tiempo promedio de privación es de un mes.

Se refiere a un plagio planeado, en donde las características, factores y objetivos son perfectamente bien estudiados.

El denominado autosecuestro

Este tipo de secuestro es más frecuente de lo que se cree. Se trata de que un miembro familiar se presente como secuestrado. Se lleva acabo de un tercero, que en complicidad con la “víctima” solicitan un rescate monetario o político a cambio de su libertad.

El exprés

Esta modalidad fue una de las novedosas entrando el nuevo milenio.

Comprende de un plagio ilegal que tiene como objetivo la sustracción de una recompensa mínima toda vez que el sujeto es privado durante unas horas o pocos días a cambio de una recompensa menor.

El modus operandi consiste en detectar a una víctima con características especificas, que pueda entregar en unas horas y por cuenta propia una recompensa.

El virtual

Esta nueva modalidad surge tras años de combate al crimen organizado.

Conforme los años avanzan y el embate de las autoridades se agudiza, los criminales se adaptan y crean nuevas formas de conseguir recursos, especialmente utilizando tácticas menos violentas.

Aprovechando el acceso de la información privada los criminales emprenden un juego psicológico con la víctima o sus familiares. Normalmente consiste en llamadas telefónicas a los familiares de las víctimas en la que los supuestos plagiarios proporcionan información y amenazas sobre un secuestro falso, y ante el temor, la familiar proporciona un rescate económico o político.

Secuestro visual

De este modus operandi de plagio se ha hablado poco.

Se trata de obtener un número telefónico, y seguir a la víctima minuciosamente. Captar todos sus movimientos, y hacerle saber que está siendo vigilada por un número no determinado de personas, que en el momento que quieran podrían plagiarlo.

Una vez que el “plagiario” entra en contacto con su víctima todo transcurre sin violencia.

Se trata de seguir a la víctima con la mirada, darle indicaciones de que se acerque a cajeros automáticos y obtenga dinero y posteriormente los deje en un lugar marcado. La mayoría de veces, el delincuente ni siquiera cuenta con un arma.

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