martes, 17 de septiembre de 2013

Salvavidas de Acapulco, armas del Gobierno para rescate

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.

El gobierno federal encontró en ellos un modo de acelerar algunos rescates, porque los salvavidas ya tienen ubicados los sitios a donde hace falta ayuda.

Son jóvenes de no más de 25 años. Requemados por el sol que usualmente hay en Acapulco. Cuando el clima es normal acostumbran pasar casi 12 horas en la playa y hacen las veces de salvavidas.

En temporada alta reciben hasta 200 pesos en un buen día por tratar de convencer a turistas y locales de no ir mar adentro o insistir en bañarse cuando el mar está picado.

Este grupo es del que el gobierno federal echará mano para resolver problemas de traslado y entrar a colonias que quedaron incomunicadas.

Son salvavidas. Al parecer de profesión y de carácter.

Cuando la tercera parte de la lluvia de un año cayó en sólo tres días sobre Acapulco, los mismos jóvenes decidieron tomar sus lanchas, algunas más de la Secretaría de Marina y rescatar a los pobladores que, el mal tiempo obligó a esperar un milagro desde el techo de su casa.

Desde que el agua subió por encima de la ventanilla de un auto, Albino, el que encabeza al grupodecidió sacar las lanchas porque creyó que las iban a necesitar.

“Están viejas, a veces crujen y no aguantan una calle con todo lo que viene encima. Por eso nos jalamos las otras”, dice mientras señala algunas de las que llevó la primera parte de los equipos de rescate que arribaron a Acapulco.

El gobierno federal encontró en ellos un modo de acelerar algunos rescates, porque los salvavidas ya tienen ubicados los sitios a donde hace falta ayuda. Son lugareños y conocen las colonias de memoria.

Los funcionarios federales—personal de la Marina, la Sedesol y la Conagua—admitieron casi de inmediato que sin conocer la zona como la palma de la mano, las operaciones tardarían más. Como el tiempo apremia, arrancaron los trabajos sin presentación, ni intercambios protocolarios.

Los contrastes brincan a la vista, los funcionarios federales como la Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, quien es la principal interlocutora, están cubiertos por un impermeable, pero aún así, mojados de pies a cabeza.

En tanto, los acapulqueños salieron con las bermudas con las que trabajan normalmente. De colores amarillo o rojo chillones que ahora lucen un color menos brillante por la tierra.

Con lo que se quedaron fueron con chalecos salvavidas, pues aseguran que ayudan si los arrastra una corriente.

Los pobladores los reciben de buena gana, les aplauden y algunas señoras los agarran a besos.Casi siempre es porque llevan un poco de comida y agua al otro lado de los puentes del boulevard De las Naciones, donde la ayuda todavía no llega.

Todo lo que llega a esa zona parece que es oro puro. Los deslaves bloquearon la carretera y dejó aislada a más de una colonia.

Quizá por eso el grupo de Albino decidió no cobrar nada, ni por los viajes en lancha al albergue más cercano, ni por bajar a una familia entera del techo de una casa donde el refrigerador flota al lado de la licuadora.

Alguno de los colonos agradeció el gesto y le comentó atropelladamente al presidente de la República, Enrique Peña quien giró órdenes para que se le diera seguimiento al grupo ayudaran en las tareas.

En medio del caos de la visita, la secretaria Rosario Robles obtuvo los datos de los jóvenes y quedó de coordinar acciones con ellos. Después de todo, estaba asignada a permanecer en Acapulco hasta que pase la tormenta.

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