jueves, 25 de julio de 2013

Un alud de drogas nuevas

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: MATHIEU TOURLIERE.

MÉXICO, D.F. Nuestro producto lleva las aguas tonificantes de los manantiales calientes de Grecia en el conforte de su casa. Simplemente agrega el contenido en un baño caliente. Dada la concentración de nuestro producto, le aconsejamos conseguir un gramo en caso de que no lo haya probado antes. Su aplicación durará varias horas. Este producto no fue concebido para el consumo humano.”

Lo anterior reproduce la descripción de una bolsita de 10 gramos de sales de baño a 67 dólares en una página en internet.

Si el pellizco de sales de baño parece carísimo, el costo se explica por su estructura molecular. Ésta imita la de la catinona, un alcaloide prohibido a escala internacional que se encuentra en el arbusto “khat”, originario de África. Pese a las contraindicaciones el comprador las usará para su consumo personal: en realidad la página le vende mefedrona, una droga alucinógena que imita los efectos del éxtasis.

La mefedrona forma parte de las llamadas “nuevas sustancias psicoactivas” o “euforizantes legales”, cuya particularidad es encontrarse fuera del ámbito legal internacional en materia de regulación de drogas. Dicho de otro modo, su uso es legal en la mayor parte del mundo mientras que sus efectos son tan potentes como los de las drogas ilegales.

En 2009, sólo 166 de estas sustancias estaban registradas, y apenas 170 “tiendas virtuales” las proponían en internet, informa la instancia policial europea Europol en el reporte anual Nuevas drogas en Europa 2012, que publicó su Centro de Monitoreo Europeo para Drogas y Adicciones en mayo último.

Europol estimó que sólo en 2012 aparecieron 73 nuevas sustancias, alrededor de una droga cada semana. Había reportado 49 en 2011 y 24 en 2009. Con un total de 251 “nuevas sustancias”, su número sobrepasa el de las drogas ilegales bajo control internacional, que es de 234.

El fenómeno captó tanto la atención de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Crimen (ONUDC) que le dedicó toda la segunda parte del Reporte mundial sobre las drogas 2013, que publicó el pasado 26 de junio.

En 2012, alrededor de 700 tiendas virtuales especializadas en “euforizantes legales” florecían en la red, compitiendo entre sí para vender sus psicotrópicos escondidos detrás de fachadas inofensivas, como “mezcla de inciensos extremadamente fuerte”, “resina de hierbas”, “súper pastillas” o “polvo de extracto de hongos”. Su reseña “oficial” varía, desde fertilizante o alimento para plantas hasta “limpiador de joyas”.

El 88% de los 70 países que auditó la ONUDC –entre ellos México– reportó la presencia de estas nuevas sustancias en su territorio nacional, cuya puerta de entrada es internet o directamente los antros.

De estas sustancias, las más consumidas en México son las tachas, seguidas por el GHB y la ketamina, afirma en entrevista con Proceso Ricardo Iván Nanni Alvarado, director general adjunto de Políticas y Programas contra las Adicciones de la Secretaría de Salud.

En el país, la Procuraduría General de la República y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) tienen sendos laboratorios especializados en el análisis de estas sustancias, indica el funcionario, en tanto que la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) gestiona un observatorio que registra los cambios en el consumo de drogas.

En Gran Bretaña, las autoridades certificaron que 8.2% de los jóvenes de entre 15 y 24 años consume estas drogas legales. En Polonia, su consumo ya superó al de la mariguana. En Estados Unidos, 2.9 millones de personas las probaron durante 2011.

“Además de tener consecuencias serias en materia de salud, las nuevas sustancias psicoactivas retan al sistema de control de drogas a todos los niveles: nacional, regional y global”, alerta el informe de la UNODC.



Diseñadas para evadir



Tras las firmas de los convenios internacionales de 1961 y 1971, muchas moléculas con efectos psicotrópicos y narcóticos quedaron prohibidas. A partir de los años setenta, con el objetivo de eludir la prohibición, unos químicos se dedicaron a realizar modificaciones menores a la estructura molecular de las drogas controladas. Resultó de este proceso la creación de decenas de sustancias “análogas” que no entraban en el giro legislativo, bautizadas como “drogas de diseño”.

Durante la última década aparecieron los “euforizantes legales”, cuyos inventores, a partir de hierbas y productos sintéticos, intentan imitar los efectos de las drogas ilegales al activar las mismas zonas cerebrales, por lo que se les llama “miméticos”.

“El término ‘euforizante legal’ es una herramienta exitosa de marketing en sí, porque sobreentiende que estas sustancias no son tan peligrosas como las drogas controladas, lo que incrementa su popularidad y sus ventas”, señala el reporte de la ONUDC.

A estas sustancias se les denomina hoy “nuevas sustancias psicoactivas” (NPS, por sus siglas en inglés). “El término de ‘nueva’ viene del ‘nuevo mal uso’ de dichas sustancias”, comenta el reporte, ya que varias de ellas son conocidas desde hace décadas.

La mefedrona, por ejemplo, fue descubierta en los años veinte y las piperazinas en 1953. Los chamanes mazatecos del norte del estado de Oaxaca usan la salvia divinorum en sus rituales desde hace siglos, mientras que el kratom se usa como planta medicinal en Asia.

La UNODC clasifica estas sustancias según sus estructuras moleculares. Los cannabinoides sintéticos lideran el mercado mundial, según ella; mezclados con otras mixturas y hierbas, se venden bajo varias denominaciones; las más famosas son spice, Yucatán fire o skunk. Su nivel de THC –el principio activo del cannabis– es mayor al de la mariguana, asevera el reporte.

Ricardo Nanni asegura que este tipo de sustancias no penetraron al mercado mexicano de drogas, ya que es muy escaso el uso de los derivados de cannabinoides en el medio hospitalario.

Las instancias policiales y de salud acreditaron la existencia de drogas sintéticas a base de triptaminas –cuyos efectos imitan los de los hongos alucinógenos–, de piperazinas, de ketamina –usada por veterinarios–, de feniletilaminas o de fenciclidina, entre otras. Pero también registraron plantas y hierbas psicotrópicas, como la salvia divinorum, proveniente de México; el khat y el iboga, de África; el kratom, de Tailandia; semillas como argyreia nervosa, y setas y cactus, como el peyote.

En México se venden por internet las hojas de la salvia divinorum e incluso la planta entera; pero no es de uso popular, a diferencia del GHB y las tachas, indica Ricardo Nanni.

Las nuevas sustancias psicoactivas sintéticas provienen en su mayoría de laboratorios radicados en Asia del este y del sureste, asevera la ONUDC. China e India, cuyas industrias farmacéuticas y químicas están muy avanzadas, lideran la cadena de producción, estima el reporte.

“La emergencia de nuevas sustancias legalmente manufacturadas por la industria farmacéutica, con potencial de abuso, empezó a crear problemas en un número creciente de países a finales de los años veinte”, recuerda el documento.



Preocupación mundial



La agencia antidrogas estadunidense (DEA, por sus siglas en inglés) presume por su parte que en México se procesan grandes cantidades de ketamina y mefedrona, lo que convierte al país en uno de sus mayores proveedores a escala mundial, aseveración que confirma Nanni.

“No es negocio de unos jovenazos”, apunta el funcionario, y agrega: “El crimen organizado está en todo esto. Ellos lo comercializan, lo trafican y lo venden, ya que México no sólo es un país de tránsito, sino se ha vuelto un país de consumo”.

La concepción de las drogas se realiza “al comprar precursores que se pueden comprar sin problema, destinados a formar algún fármaco”, comenta el especialista.

Las tachas, por ejemplo, “provienen de precursores para antigripales o jarabes para la tos, pero luego los cocinan, saben procesarlos. La sustancia sí es legal. El ejemplo podría ser ir a comprar thinner. Es legal porque se usa para la pintura, pero unos lo consumen”, añadió.

El riesgo al comprar esas tachas, continúa, reside en que no existe control de calidad, por lo que uno no está seguro de comprar una pastilla de éxtasis.

“En el mejor de los casos te pueden vender un desenfriol o una aspirina y con el efecto placebo te puede prender, pero también te pueden vender un fármaco que ponga en peligro tu salud, como un depresor muy fuerte que al mezclarlo con otras sustancias puedes llegar a urgencias”, advierte.

El mercado de estas drogas es “extremadamente dinámico” gracias a su capacidad de innovación, ya que una vez creadas las sustancias son importadas legalmente como químicos o como productos empacados.

“Tomando en cuenta los miles de compuestos psicoactivos potencialmente comercializables, no resulta sorprendente que el control de una sustancia se vea rápidamente seguido por la promoción de alternativas todavía legales y muy efectivas. La lista de moléculas de sustitución es casi infinita”, afirman Adam Winstock y Chris Wilkins, investigadores en el programa de reformas a las leyes de drogas del Transnational Institute en su ensayo El desafío de las nuevas sustancias psicoactivas.

La comunidad internacional se encuentra ante un dilema para regular su uso: tomar decisiones de manera prematura, sin llegar a un consenso científico, puede revelarse contraproducente, deplora la UNODC. Del otro lado, el proceso de identificación y de estimación de los riesgos toma mucho tiempo.

En México, el Consejo Nacional contra las Adicciones –que agrupa a instituciones y a organizaciones de la sociedad civil coordinadas por la Secretaría de Salud– actualiza la lista de sustancias prohibidas cada tres o cuatro años, estima Nanni.

El especialista insiste en que el mayor problema de adicción de los mexicanos sigue siendo el alcohol. Según la Evaluación Nacional de Adicciones 2012 que publicó la Secretaría de Salud, 6.2% de los mexicanos de 12 a 65 años era dependiente a la sustancia legal en 2011, cifra que aumentó en 1.2% en comparación con el año anterior.

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