jueves, 9 de mayo de 2013

La educación privada nunca sera mejor que la pública: Camila Vallejo

Fuente: La Jornada
Por: Javier Puga Martínez/La Jornada de oriente


Puebla, Pue. La educación privada nunca ha sido, ni será mejor que la educación pública, afirmó la exdirigente estudiantil chilena Camila Vallejo Dowling en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), ante un auditorio de más de 3 mil estudiantes a quienes invitó a no permitir que la política neoliberal de privatización de la educación se extienda por México.
De igual forma les hizo un llamado a no sólo “protestar por protestar”, porque eso tampoco tiene sentido; se trata, dijo, de determinar si la actividad política o social que cada quien realice tiene un rumbo claro, y si ésta puede incluir a otros sectores de la población.
La exdirigente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y hoy candidata a diputada admitió que no se había presentado ante un auditorio tan numeroso, algo que, reconoció, la puso “nerviosa”.
Agradeció el recibimiento que le ofreció la comunidad estudiantil, así como la invitación del rector de la
UAP, Alfonso Ortiz Esparza, quien la invitó a exponer la conferencia “La importancia de la educación pública como una obligación del Estado. Una perspectiva de América Latina desde los otros”, dentro de las actividades de Expo Educación UAP 2013.
Ante el abarrotado auditorio del Complejo Cultural Universitario, Vallejo Dowling subrayó que en Chile sólo 10 por ciento de las universidades de ese país son públicas; el porcentaje restante se caracteriza por ser instituciones privadas que lucran con los estudiantes, quienes adquieren enormes deudas a lo largo de sus estudios universitarios y egresan, pero sin la posibilidad de obtener su título profesional. Más de 20 mil jóvenes se encuentran en esa situación.
“Debemos desechar la idea de que una educación, entre más cara es mejor; no es cierto que lo privado sea de mayor calidad”, afirmó.
Algunas de las universidades que fueron privatizadas por los gobiernos chilenos posteriores a la dictadura militar que gobernó ese país, ahora no existen más pues fueron cerradas tras demostrar que “fueron un auténtico fraude”; en aras de la rentabilidad, expuso, se enfocaron más en la “tiza y el pizarrón” que en todo lo que hay alrededor de la educación universitaria.
Enfatizó que a muchos de estos estudiantes ni sus padres los pueden ayudar, porque a millones de hombres y mujeres que en la década de los 90 ingresaron al sistema de pensiones chileno –similar al que existe en México–, dejó a los jubilados sin las condiciones mínimas para sobrevivir, y menos para pagar una deuda universitaria de hasta 15 años.
Sin embargo, subrayó que la gratuidad de la educación tampoco resuelve todos los problemas, como tampoco es garantía de que realmente pueda llamarse “pública”.
En esa tesitura propuso el rescate de tres elementos que, a su criterio son los que le dan ese carácter de pública a la educación, que sea de calidad y que cumpla su función dentro de la estructura social.
El primero es que deber ser abierta a todos los segmentos de la población, permita la integración social y la escuela sea el espacio de convivencia y conocimiento de la diversidad. “Donde convivan el hijo del pobre, del rico; donde puedan expresarse distintas visiones”.
El segundo es que las escuelas deben ser lugares donde se practique la democracia interna. “No sirve de mucho la gratuidad si no puedo fiscalizar cómo se utilizan las cuotas escolares, que a veces éstas no van al proceso formativo. Se requiere la participación de todos”.
Y el tercero es que las universidades y escuelas públicas deben ser pluralistas, donde quepan todas las corrientes del pensamiento y no se censure. En las escuelas privadas de Chile está prohibido que las bibliotecas contengan las obras de Marx y Hegel, ejemplificó.

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