lunes, 8 de abril de 2013

GOBIERNO DERRUMBA LA HISTORIA DE CD. JUAREZ

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: LUIS CHAPARRO.
AUTOR: http://www.sinembargo.mx/08-04-2013/578404

A la par que Ciudad Juárez trata de dejar atrás su doloroso estigma como “la más violenta del mundo”, los planes del gobierno para darle un “nuevo rostro” están borrando su historia.

Ciudad Juárez, 8 de abril. En 1930 una mujer controlaba el punto más importante de México para el trasiego de drogas a los Estados Unidos, desde una amplia casa de un solo piso en lo que ahora es el Centro Histórico de Ciudad Juárez. “La Nacha” proveía de opio, marihuana y morfina a los soldados estadounidenses en plena Segunda Guerra Mundial. Ahí se iniciaba el peor de los episodios violentos de esta frontera y un esfuerzo de sus gobernantes por eliminar esa parte de la historia.

Pero no fue sino hasta hace muy poco que el estado de Chihuahua, al que pertenece Ciudad Juárez, comenzó a dejar atrás aquel violento infierno derivado del narcotráfico, llevándose también al olvido la historia de la ciudad.

La tajante decisión de “arrancar las raíces de ese árbol oscuro”, incluso si había que podar a su vez aquellas que fundaron y formaron Ciudad Juárez, la tomaron dos importantes actores de los tiempos modernos en el norte de México: el dos veces Alcalde de Ciudad Juárez, Héctor Murguía Lardizábal, y José Reyes Baeza, Gobernador del estado –de 2004 a 2010– y ex Alcalde de la ciudad de Chihuahua. Ambos han sido señalados por la prensa de ser parte de un cártel de la droga, luego del arresto del jefe de Policía de Ciudad Juárez en 2010 por tráfico de marihuana en El Paso, Texas.

En ese mismo año, el negocio que creció con “La Nacha” había dado ya demasiados frutos y ahora comenzaba a cobrarlos con sangre: más de 3 mil 100 personas fueron asesinadas tan solo en un año en Ciudad Juárez.

El verano de 2010, Murguía Lardizábal citó a Reyes Baeza para comer en un restaurante en la ciudad de Chihuahua y aprovechó para contarle sus planes. Murguía le explicaba al Gobernador que no veía otra manera de erradicar la violencia y la “podredumbre” que se concentraba y emanaba casi en su totalidad del centro de su ciudad, más que tirando y volviendo a construir. Un borrón y cuenta nueva.

Una vez que estrecharon manos sólo les faltaba una cosa: ¿quién sería el encargado de los pormenores? Ambos acordaron que debía ser alguien con raíces en Ciudad Juárez, pero no tan profundas como para negarse a desaparecer parte de su historia. Un hombre ambicioso y concentrado, alguien con experiencia en construcción, pero novato como servidor público. El hombre que cumplía con todos sus requisitos fue Everardo Medina Maldonado, un ingeniero civil que llegó a la ciudad en 1965 proveniente de Parral y que además fue nombrado Alcalde suplente de la actual administración.

Ciudad Juárez fue fundada estratégicamente. En medio de 450 mil kilómetros cuadrados de desierto, el más grande de América del Norte. Los españoles que buscaban colonizar el territorio de lo que ahora es Nuevo México durante toda la época colonial, necesitaban un lugar para descansar y recobrar fuerzas. Un lugar de paso desde donde entrarían hasta la actual ciudad de Santa Fe, Nuevo México. El lugar indicado fue la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de Mansos del Paso del Río del Norte, un pequeño punto de avanzada ubicado al lado de un caudaloso río, y fundado por Fray García de San Francisco. Ahí construyó la Misión de Guadalupe en lo que hoy es el Centro Histórico de la ciudad, uno de los pocos edificios que sobrevivirán la poda para eliminar el mal.

En los 1800, cuando finalmente el estado de Chihuahua se independizó de la Colonia Española, la principal actividad de esta frontera era la comercialización de la vid, que se iba hasta el resto de Norteamérica. Pero en 1846, Estados Unidos comenzó a pelear el vasto territorio norteño que dividía el Río Grande. Los estadounidenses finalmente compraron más de dos kilómetros cuadrados de lo que es el territorio de Texas, Nuevo México y California, y se llevaron consigo el proliferante negocio de las uvas.

En ese mismo siglo lo que era Paso del Norte se convirtió en Ciudad Juárez, recordando al Presidente de México, Benito Juárez, quien trasladó su gobierno a la frontera huyendo de la ocupación francesa. Ciudad Juárez buscaba ya dejar de ser una ciudad de paso y convertirse en una con historia propia.

Los años 1900, época de la Revolución Mexicana, marcaron especialmente a esta frontera. Es la época que definiría gran parte de la dinámica a futuro de la ciudad. Los revolucionarios se ocultaban al otro lado de la línea fronteriza, en El Paso, Texas, para cruzar al territorio mexicano, atacar y regresar a sus guaridas. Además, finalmente se construyeron edificios que albergaron a los actores de la revolución, cantantes y periodistas a la par que se constituía una identidad arquitectónica en el creciente centro de la urbe.

Fue en los años siguientes que “La Nacha” hizo su imperio de las drogas. La ciudad estaba devastada por los enfrentamientos entre federales y revolucionarios y ya para 1927 los asuntos que ocupaban a las autoridades eran otros. La mafia china había controlado la venta de opio desde Ciudad Juárez, y fue una local quien mandó asesinar por cientos a sus oponentes para quedarse con el negocio. Incluso hasta después de que mataran a su esposo y líder de la organización de tráfico de drogas, “El Pablote”, en 1930.

Hasta 1970, “La Nacha” controló el negocio de las drogas desde aquella casa en el centro histórico que ahora se encuentra bajo amenaza de ser destruida. De ahí en adelante, la historia moderna de la ciudad ha visto decenas de capos desfilar por sus calles, desde Amado Carrillo, “El Señor de los Cielos” en la década de los 90, hasta el más reciente, Joaquín “El Chapo” Guzmán. Ciudad Juárez sigue siendo un punto estratégico para el control de otros territorios, ahora en el contexto del narcotráfico.

Para que los índices de violencia de una metrópoli como Ciudad Juárez sean considerados dentro de lo normal, según los estatutos de la Organización Mundial de la Salud, debe registrar siete homicidios por mes. Desde la revolución de 1910, aquella frontera ha registrado un índice de 15 asesinatos mensuales, una marca casi de nacimiento. En 2010, el promedio de asesinatos por mes fue de 258.

En el más reciente mapa de avances de remodelación entregado en enero pasado a la Secretaría de Obras Públicas, que coordina la reconstrucción del Centro Histórico de Ciudad Juárez, se observa el área dividida en pequeños rectángulos que marcan las propiedades. A la izquierda se han colocado cinco colores: verde para los inmuebles en proceso de compra, amarillo para los que están en negociación, rayado para los que han sido ofrecidos en venta voluntariamente, azul para los inmuebles vendidos y rojo para “procesos especiales”. El resto está sin colorear, en blanco. Estas son las propiedades de quienes no han aceptado vender su predio al estado.

Sobre la avenida Santos Degollado una propiedad de buen tamaño está sin colorear. Es el número 289, una casa que data de 1904, aún con entrada para caballos que da directo a un patio interior. Es propiedad del abuelo de Bartolo Durán, un ingeniero mecánico de 89 años nacido en esa misma casa.

Frente a la vivienda pintada de verde olivo está un extenso terreno vacío en medio de otros dos. Durán afirma que ahí se encontraba la “mostranquería”, una palabra que muchos de nosotros jamás hemos escuchado pronunciar. La mostranquería no era otra cosa más que el corralón para animales. Por aquel entonces los caballos, burros o mulas eran el medio de transporte y quienes circulaban en exceso de velocidad, en sentido contrario o cualquier falta vial de gravedad, merecían que sus animales fueran decomisados y encerrados en la mostranquería hasta pagar uno o dos pesos de multa, el equivalente a 100 o 200 pesos actuales.

Al otro lado de la casa de Durán está una vivienda amarilla que data de la misma época. En la esquina superior se ha colocado una placa señalando el camino por el que pasó Fray García de San Francisco al llegar a esta frontera, y justo al lado está la casa que habitó “La Nacha”, en la misma cuadra que allá por los años 30 del siglo pasado cerraba para hacer bacanales de tres días.

Conviviendo en una extraña armonía con las casas vernáculas de la revolución se encuentran también las vecindades de prostitución. Frente a la casa de “La Nacha”, detrás de la casa de Durán, se levanta alta una vecindad derruida, sin ventanas y con un grafitti en uno de los muros que se lee “que ricos jotos”, junto a un burdo dibujo de dos hombres teniendo sexo.

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